Después del mensaje y del barco, llega el humano en una botella. El artista francés Abraham Poincheval se prepara para un excéntrico periplo fluvial: durante dos meses remontará 500 kilómetros del Ródano a bordo de una botella de cristal de 6 metros de largo por 2 de ancho.
Poincheval es un artista acostumbrado a las inmersiones extremas: el año pasado, se encerró durante 13 días en la panza de un "oso", sobreviviendo con una reserva de 30 litros de agua y a base de comida deshidratada.
Antes, había logrado sobrevivir veinte días como un topo que excava un túnel o aislarse en la oscuridad total de una cueva durante 120 horas. "Me gusta entrar en las cosas y vivirlas desde el interior, donde se confunde la frontera entre la realidad y el sueño", explicó este artista que vive en la ciudad portuaria de Marsella.
Para probar la botella, Poincheval acaba de pasar diez días en la localidad de Port-Saint-Louis-du-Rône, en la Costa Azul francesa, separado del mundo exterior por una superficie transparente de 5 milímetros de espesor y a merced de cualquiera que pasara por allí (aunque tiene una manta para taparse cuando se higieniza).
Un artesano marsellés fabricó la casa-botella a partir de los diseños del propio Poincheval:
el tapón sirve de respiradero y puerta de entrada a un habitáculo con víveres, una cama, botellas de agua y paneles solares para generar energía y ventilar el interior, ya que la temperatura llega a alcanzar los 50 grados en el interior de la botella.
Superada esta fase de experimentación, en los meses de julio y agosto del 2016 se lanzará Ródano arriba, desde su desembocadura hasta Ginebra. La botella estará conectada a una plataforma que remolcará un barco tradicional y se permitirá algunas escalas