viernes. 29.03.2024

“Esperamos conseguir los 400 kilos de olivas”. Esa es la estimación “prudente” que realiza Paulino Sánchez, cura de Setecoros, en el comienzo de una nueva cosecha en el “Olivar de la Concordia”. El párroco, ayudado por un grupo de vecinos, inició esta mañana los trabajos de recolección en la plantación de la finca Igrexario, que cumple 4 años y medio.

 

El alcalde, José María Bello Maneiro, y la concejal Carmen Gómez siguieron las tareas a pie de olivo. “Puede decirse que esta será la primera cosecha real”, explica don Paulino ya que las dos anteriores fueron bastante limitadas. La de 2017 fue muy prematura y sumó 180 kilos de olivas que se transformaron en 25 litros de aceite.

 

“El año pasado fue desastroso debido a la climatología, que impidió la floración de los árboles”, explica el párroco. En esta ocasión los resultados fueron muchos mejores. Bastaba solo con mirar, a primera hora de esta mañana, para algunos de los olivos, cargadas de frutos, especialmente los de la variedad arbequina, la que mejores resultados está dando hasta ahora.

 

Por vez primera este año se están empleando medios mecánicos para realizar la recogida, en concreto un vareador eléctrico que sacude las ramas de los olivos y hace caer los frutos sobre unas redes previamente extendidas en el suelo. Mañana finalizarán los trabajos y a partir del miércoles se iniciará la fase de procesamiento y producción del aceite que, después de unos necesarios meses de reposo, podrá comercializarse “a partir de febrero de 2020”, estima Paulino Sánchez. “Se trata de un aceite selecto, certificado por un laboratorio de Jaén como de alta calidad”, añade el párroco.

 

La historia del olivar

El llamado “Olivar de la Concordia” nació hace cuatro años y medio por iniciativa del cura de Setecoros. “A mi llegada a la parroquia, en 2013, esta f’inca estaba abandonada y eso era algo inaceptable. Durante dos años estuvimos sopesando con un grupo de vecinos que cultivo se podría adaptar mejor a la zona para contribuir a la autofinanciación de la parroquia”.

 

En abril de 2015 se realizó la plantación de unos 900 olivos de tres variedades diferentes: la portuguesa o cobrançoca, la italiana también conocida como frantoio, y la española o arbequina. “Las tres variedades se están adaptando bien”, explica don Paulino. “Con la arbequina es con la que estamos consiguiendo una mayor producción, las otras dos van más lentas pero dando también indicios de que van a ser productivas”. En abril de este año, a través de un acuerdo con el CSIC, se incorporaron a la plantación otros 30 ejemplares de seis variedades autóctonas de Galicia, a las más conocidas la dócil y la brava.

Valga empezará a comercializar su aceite de oliva en 2020