viernes. 29.03.2024

Tomó las riendas de los viñedos familiares cuando su padre tuvo que abandonar el oficio y ha logrado con alguno de sus vinos la máxima distinción en certámenes nacionales, pero sobre todo ha conseguido el reconocimiento de sus vecinos, que ven cómo una joven se abre paso en una tierra y en un mundo de hombres. Xiana Domínguez, con solo 35 años, lo está consiguiendo en un lugar -la Ribeira Sacra de Ourense- donde el viñedo se asocia con heroicidad, porque el cultivo de la vid se hace en muchos casos en terrazas o balcones inverosímiles por su verticalidad, desafiando al vértigo.

 

Su padre fue uno de los bodegueros pioneros en la Denominación de Origen Ribeira Sacra y hoy mira orgulloso mientras ella muestra las instalaciones y explica el proceso de elaboración, los diplomas y reconocimientos, la maquinaria casi ancestral utilizada en la zona para elaborar el vino y cómo paso a paso, hectárea a hectárea, va consiguiendo ampliar su extensión de viñedos.

 

En la Ribeira Sacra, donde se concentra el mayor número de edificaciones románicas de Europa, donde los cañones del Miño y el Sil conforman un paisaje de extraordinaria belleza que reúne valores naturales excepcionales, la atmósfera es diferente; la atmósfera es mágica. Xiana Domínguez, ingeniera agrícola, percibe que la vida transcurre a otro ritmo en este lugar, siente que no ha tenido que renunciar a nada, ni en el plano personal ni en el profesional, y que más bien ganó.

 

"Estoy en el pueblo donde nací, donde me crié, rodeada de mi familia y de mis amigos; tengo el trabajo que quiero y vivo en medio de una naturaleza maravillosa que si la cuidamos nos devuelve todo el bien que le hacemos". Ha vivido y trabajado entre viñedos desde que era una niña y aunque trabajó en otras comunidades, bodegas y cooperativas, decidió volver a su pueblo para retomar el pequeño negocio de su padre, respetando el producto que él siempre hizo y relanzando alguno nuevo, que ella considera "vino de autor" y que ha bautizado con su propio nombre.

 

Es consciente de que se abre paso en un mundo "completamente masculinizado", pero nunca ha sentido ni rechazo ni exclusión; sí reconocimiento por el esfuerzo y el nivel de compromiso que está demostrando, por contribuir al mantenimiento de una tradición familiar que se remonta a muchas generaciones y a muchos siglos.

 

En una entrevista con EFE, Xiana Domínguez asegura además que esas tradiciones, esos cultivos y esta forma de tratar la tierra, están directamente afiliados a la conservación de la biodiversidad en un paisaje que ha sido tan intervenido y moldeado por el hombre a lo largo del tiempo. "Vivo rodeada de naturaleza y es lo mejor que puedo tener", señala Xiana, consciente del "maltrato" y el "desgaste" que sufren hoy los recursos naturales y de que esa naturaleza "nos está devolviendo lo que nosotros le hicimos antes" .

 

No se ha arrepentido "nunca", aunque reconoce que hay momentos "muy difíciles", precisamente cuando la naturaleza (una helada, una granizada o una manada de jabalíes) te echa por tierra en pocos minutos el trabajo de todo el año. "Pero enseguida dices: no, vamos a seguir adelante, vamos a seguir trabajando, porque esto es lo que quiero y aquí es donde quiero estar; aquí cada día es diferente; cada día ves algo que nunca viste antes".

 

La fe y la espiritualidad han envuelto la Ribeira Sacra durante siglos y Xiana Domínguez ha empeñado su labor en conseguir que los vinos que salen de su bodega sean capaces de expresar las sensaciones que transmite un paisaje tan diferente a cualquier otro, un lugar donde la armonía entre hombre y naturaleza "es una realidad; es verdadera".

 

Es un paisaje repleto de miradores y bancales desde los que se contemplan las laderas y las terrazas milenarias en las que se cultivan los viñedos, balcones a los que -cuentan en los pueblos- subían las mujeres para ver marchar sus maridos cuando emigraban. Hoy, Xiana sube a esos mismos miradores, y lo hace para contemplar el mismo paisaje, pero con el gozo de haber sido ella quien hacía las maletas... para volver a casa.

Heroína en tierra de hombres