sábado. 20.04.2024

El joven acusado de causar la muerte de su pareja tras golpearla repetidamente en septiembre de 2015 en Vigo se ha ratificado en su confesión en el juicio que se celebra desde hoy en la Audiencia de Pontevedra, en el que ha asegurado que se había tomado varias pastillas por unos dolores en las cervicales.

 

La fiscal ya ha avanzado a los componentes del tribunal del jurado, siete mujeres y cuatro hombres, que reducirá su petición de 24 años de cárcel por la atenuante de confesión, aunque mantendrá los agravantes de parentesco, alevosía y ensañamiento, y que renunciará a buena parte de las testificales.

 

Diego P.A. ha relatado que el 6 de septiembre de 2015 fue a casa en la que convivía con la víctima, Divina M., tras almorzar con su familia, y que durante una discusión ella le golpeó y él la agredió, sin precisar cómo: "no era consciente de lo que estaba haciendo", ha dicho. Ha reconocido que cuando ella estaba en el suelo le propinó varias patadas en la cara, el cráneo y el cuello y que, en un momento dado, timbraron a la puerta, detuvo la agresión y se acercó hasta la entrada pero no vio a nadie por la mirilla.

 

Al regresar a la habitación donde estaba la víctima le tocó el pulso y al creerla muerta cogió sus cosas y se marchó, aunque entre medias tuvo que regresar al dejarse olvidadas las llaves de la casa de sus padres. Posteriormente cogió su furgoneta y condujo en dirección hacia Nigrán, pero tuvo un accidente y tras dejar aparcado su vehículo inició la marcha a pie hasta Vigo con la intención de presentarse en comisaría, adonde se desplazó en el coche de una pareja que lo recogió cuando hacía autostop y a la que confesó el crimen.

 

Allí se presentó y se dirigió a dos agentes a los que dijo que acababa de matar a su novia, "con las manos manchadas de sangre", según han relatado los testigos.

 

Los policías han coincidido en que él les dijo que su novia, con la que tenía una relación "turbulenta" por los celos que le provocaba que ella ejerciera la prostitución, le había dado "cinco o seis pastillas" de las que se ponen "debajo de la lengua". También les dijo que mientras discutían, ella le golpeó en la cara y él le dio un puñetazo que la tiró al suelo y la dejó sin sentido, y que luego la pateó. Uno de los agentes ha relatado que una vecina del mismo piso donde convivían víctima y agresor escuchó golpes como de "una pelota golpeando la pared" y que las dos veces que fue a timbrar, estos cesaron.

 

Los dos policías han señalado que el relato de Diego P.A. parecía coherente y que les sorprendió que estuviera "muy tranquilo". De hecho, llegó a preguntar si lo que acababa de hacer podía conllevar una pena de cárcel, y en ese caso, si podría estudiar en prisión.

 

En ningún caso apreciaron indicios de arrepentimiento. Según el escrito de Fiscalía, el acusado acudió al domicilio de la víctima, que por entonces tenía 46 años, y tras enzarzarse en una discusión "la atacó de forma violenta", golpeándola "con gran intensidad de manera continua y sucesiva" en la cara, el cráneo y el cuello. Además de los golpes, que la fiscal atribuye a las extremidades del agresor o bien a un objeto romo, el acusado intentó estrangular a la víctima, a la que agredió "de forma reiterada y con enorme violencia".

 

También describe que el ataque lo perpetró Diego P.A. estando de pie y Divina M. en el suelo, lo que anuló "toda posibilidad de defensa desde prácticamente el primer momento de iniciarse la agresión", además de por la intensidad de los golpes y la maniobra de estrangulamiento. Señala la fiscal que cualquiera de las múltiples agresiones que sufrió la víctima fueron "suficientes para causar, por sí solas, la muerte" de Divina M.

 

Pese a ello, "el acusado insistió en su violento ataque, aumentando consciente y cruelmente su sufrimiento y causando sobre su integridad física y psíquica daños que ya eran innecesarios para producir su muerte". Además de la pena de cárcel, la fiscal pide para el acusado que indemnice con 300.000 euros a uno de los dos hijos de la víctima, así como que se le prohíba acercarse a éste a una distancia inferior a 500 metros durante 30 años.

Reconoce golpear hasta matar a su pareja y alega que había tomado pastillas