viernes. 19.04.2024

El proyecto de una mina a cielo abierto en Corcoesto, en la comarca coruñesa de Bergantiños, estrena hoy una película que cuenta cómo desde su inicio se debatió entre los partidarios y detractores de su implantación, tanto por el impulso que supondría al empleo como por su repercusión medioambiental.

 

El documental "Tesouro de Corcoesto", que se muestra esta tarde en el Pazo de la Cultura de Carballo (A Coruña), relata el conflicto que desde su comienzo marcó este proyecto y que convulsionó a esta comarca e incluso a otros sectores de la Comunidad. Tres ayuntamientos de la zona se posicionaron a favor de la mina -Cabana de Bergantiños, Coristanco y Ponteceso- y cuatro en contra -Carballo, Zas, Laxe y Vimianzo-

 

. "La sociedad de Bergantiños, duramente afectada por la crisis, se debatió entonces entre las promesas llegadas desde un modelo productivo-extractivista y el rechazo a un proyecto que amenazaba la calidad ambiental del territorio y su sistema de vida tradicional", asegura la organización del filme.

 

Esta polémica llamó la atención de la directora gallega Cora Peña, vinculada al documental Apash, un trabajo de temática similar sobre los impactos de la industria extractiva en la zona jíbara de la Amazonía peruana. Ahora, en su tierra gallega, repite esquema para narrar bajo su óptica "los temores y resistencias ante el asalto del territorio por parte de empresas multinacionales". La producción de esta película se basó en el crowdfunding, con el apoyo de más de 180 mecenas, entre particulares y colectivos. Dos años de trabajo han concluido en "Tesouro de Corcoesto" con su puesta de largo hoy mismo junto a los protagonistas de la película y sus colaboradores, en lo que aspira a ser un acto de "marcado carácter social".

 

Cabaña de Bergantiños ya estrenó hace poco más de un año otro documental titulado "Rosa de Corcoesto", de Xosé Bocixa y Manuel Vilas, como altavoz de los conflictos generados por el proyecto de construcción de la macromina de oro a cielo abierto. Este proyecto, que no se aprovechó ni por los romanos en su momento ni por los ingleses que lo abandonaron en 1910, fue planteado por la compañía Mineira de Corcoesto, filial de la canadiense Edgewater Exploration, y supondría una inversión superior a los 110 millones de euros y 271 puestos de trabajo. Pero la explotación a cielo abierto exige el uso de cianuro y además provoca que la roca suelte arsénico, dos venenos que podrían afectar a la vida diaria de la zona y que suscitaron las críticas de diversos sectores y de asociaciones ecologistas, que denunciaron potenciales riesgos para la salud y el medio ambiente. La Xunta ya comunicó a Mineira-Edgewater su rechazo al proyecto por la falta de solvencia financiera y técnica, pero la empresa decidió, tras conocer esta resolución, ponerse a buscar inversores para cumplir las exigencias y lograr un desembolso de entre 27 y 30 millones de euros de capital en la compañía.

 

Corcoesto estrena otro documental que lo reivindica como un tesoro