La letrada María Fernanda Álvarez cree que el único procesado por el crimen de Diana Quer, su patrocinado José Enrique Abuín Gey alias el Chicle, fue condenado porque el juicio "nació, se desarrolló y resolvió contaminado por la presión mediática" y el tribunal "no fue capaz de desprenderse del prejuicio de culpabilidad sembrado insistentemente por los medios de comunicación".
En la vista de apelación que este martes se celebra en A Coruña, esta abogada acusó al juez presidente de aquella sala, Ángel Pantín, de no haber sido "imparcial", pero también a los forenses y a los agentes de la Guardia Civil y ha llegado a decir que se sintió en un "sistema inquisitorial" al achacarles, a todos ellos, que fuesen directamente "con la presunción de culpabilidad".
Así las cosas, Fernanda Álvarez, que defiende de oficio a Abuín Gey, condenado a prisión permanente revisable, pena que se le impuso por un delito de asesinato con alevosía subsiguiente a otro contra la libertad sexual, ha pedido un nuevo juicio al apuntar que el celebrado el pasado mes de noviembre no fue “ni imparcial, ni garantista, ni limpio”.
“Me reafirmo, no fue un proceso limpio”. Así ha iniciado su alegato de apelación esta letrada, que imputa falta de veracidad tanto a los forenses como a los agentes de la Guardia Civil a los que les ha reprochado una “falta de objetividad” marcada por el “prejuicio de culpabilidad que se apoderó de esta causa de una manera visceral”.
La letrada ha insistido en que impugna la sentencia “porque no se ha impartido justicia conforme al estado de derecho” puesto que, sostiene, se condenó a su patrocinado por una agresión sexual de la que no hay pruebas, al constatar que han sido hechos indeterminados aunque de naturaleza sexual, con lo que se vulnera “lo que constituye el eje vertebrador de una sociedad democrática: la presunción de inocencia”. La abogada entiende que durante la instrucción y la celebración de la vista oral se "indujeron" las pruebas para poder dictar una sentencia condenatoria de agresión sexual, el delito necesario para “la tan aclamada prisión permanente revisable”.
Ha recordado que el jurado popular, en la redacción del acta de veredicto, hizo constar por unanimidad que no se probaba el delito de violación, por lo que este órgano consideró culpable a Abuín Gey de rapto, asesinato con alevosía y de actos de contenido sexual imposibles de determinar al haber estado Diana sumergida en agua. Así las cosas, ha lanzado la siguiente cuestión:
“¿Se puede condenar en un estado de derecho por hechos indeterminados? ¿Es conciliable esto con la presunción de inocencia? Entendemos que no”. Ha justificado Álvarez el hecho de que el cuerpo de la joven de 18 años apareciese sin ropa porque el acusado sí reconoció “desnudar al cadáver para que no quedasen vestigios” de él, lo que es “una versión totalmente verosímil; otra cosa es que no se quiera creer”. También ha intentado echar por tierra “la tesis del estrangulamiento” porque en la sentencia “ni siquiera identifican la brida” con la que se apunta que se estranguló a la chica.
“¿Brida, qué brida? ¿La brida de 5 milímetros de ancho que está en unos botecitos custodiada por el juzgado? ¿O la fotografiada de 8 milímetros?”, ha deslizado. La letrada ha reiterado que la causa de la muerte fue la “presión” que el Chicle hizo cuando la joven le sorprendió intentando robar gasoil; “la cogió por el cuello sin ser consciente de la fuerza que estaba haciendo” ha rememorado, lógicamente en consonancia con la versión del encausado.
En base a todo ello, ha insistido en la necesidad de repetir el juicio contra el Chicle, condenado a la máxima pena privativa de libertad “sin pruebas y en base a suposiciones”. Según la abogada la “vulneración de garantías procesales” se evidencia incluso en el acta de veredicto en la que, a su parecer, la motivación no manifiesta una convicción firme ni refiere ningún tipo de prueba irrefutable, lo que impide “saber por qué y en base a qué condenan a una persona”. “La motivación no puede ser un creemos que, debe ser una convicción firme”, ha enjuiciado antes de volver a remarcar que “el juicio es nulo y la sentencia es injusta”.