martes. 03.12.2024

La grandeza se tiene o no se tiene. Y el Sevilla la tiene. El Sevilla volvió a demostrar que en Europa goza de una mística especial, de un carácter ganador, de un espíritu indomable, superior. Esta noche tenía otra cita con la gloria.

 

Las apuestas daban como ganador al Benfica, que jugó para ganar, pero que se encontró con el empaque de un equipo que compitió con épica, con un aire numantino propio de los grandes campeones. La final fue un partido vibrante, repleto de tensión, con méritos para ambos equipos y hubo que llegar a los penaltis para resolver un partido memorable que coronó un poco más al Sevilla FC en la cúspide del olimpo europeo.

 

La primera parte fue equilibrada, pero a los puntos ganó el Benfica, porque sin que ninguno de los dos se impusiera en el juego, los portugueses fueron los que más empujaron y, sobre todo, los que tuvieron ocasiones claras. No hubo rotundidad en el juego luso, aunque sí momentos en los que metió el susto en el cuerpo a los hispalenses. En apenas cinco minutos Fazio y Alberto Moreno vieron amarilla y eso envalentonó a un Benfica que tuvo el gol con Garay en el área chica, apareciendo un providencial Pareja. Pese a ello, el equipo de Jorge Jesús se veía en aprietos cuando la pelota llegaba a su campo en pies sevillistas.

 

Sin hacer nada, los nervionenses dejaban entrever que podían hacer mucho a poco de que dieran algo de precisión a su juego. Así, en terreno de nadie, se fue moviendo el choque hasta la recta final del primer tiempo, cuando el Benfica dio un arreón y Beto apareció providencial, primero desbaratando un centro de Pereira y luego imponiéndose ante un disparo de Rodrigo.

 

Sin duda, el descanso no pudo llegar en mejor momento para los hombres de Unai. La segunda parte no dio un respiro. En tres minutos Nico Pareja volvió a vestirse de héroe y salvó primero un gol cantado de Rodrigo y después otro de Lima. El argentino se convertía en el hombre del encuentro para los suyos y les daba aire, porque el Sevilla se rehízo y demostró que con un poco de tino podía ser letal.

Un un pase de Rakitic que Reyes no acertó a culminar fue el primer aviso. Esa ocasión reactivó a los hispalenses y el partido se puso bonito, con alternativas. Ambos equipos soltaron amarres y eso benefició al espectáculo. Las llegadas se desencadenaron para los dos bandos. Por el Sevilla Bacca y Reyes tuvieron una contra muy clara que no supieron resolver y una vez más el utrerano se puso de gol con un remate en el minuto 61 que pese a su peligro acabó demasiado manso en las manos de Oblak.

 

Tan frecuentes comenzaron a ser las llegadas del Sevilla, que el equipo comenzó a creérselo y a meter al Benfica en su campo. Ahora el disputado pulso parecía comenzar a dominarlo el conjunto nervionense. Aún así la final seguía estando en un pañueño, porque el Benfica, esta vez a la contra, enseñaba sus garras y de qué manera. Así, con un emocionante golpe a golpe, entró el partido en su recta final. Vitolo, especialmente inspirado, llevaba peligro en cada internada, pero Beto no podía bajar la guardia ni un instante, porque las llegadas portuguesas eran muy claras.

 

La final estaba algo más que emocionante. Marin ya jugaba por Reyes, pero en esos instantes el miedo comenzó a atenazar las intenciones de los jugadores de ambos equipos. El minuto 90 se acercaba y los riesgos comenzaron a reducirse, sobre todo por parte del Sevilla, que cuando se dio cuenta estaba atrincherado en su área aguantando una terrible andanada benfiquista hasta que llegó una prórroga providencial.

Los jugadores del Sevilla tomaron aire y toda la plantilla, desde los utileros hasta los técnicos hicieron piña antes de volver a saltar al campo para resolver su suerte con la gloria. Pero el triunfo se iba a vender caro, demasiado. Jorge Jesús sacó a Cardozo por Siqueira en un claro cambio ofensivo y el paraguayo en el primer balón que tuvo probó a Beto, con una falta que el portugués logró despejar.

 

Mucho mejor fue la que tuvo Carlos Bacca, que en una excelente contra dejó a su par atrás pero definió demasiado alto en su mano a mano con Oblak. Prácticamente acto seguido Emery puso en el campo a Gameiro por un Marin que tuvo muy poca incidencia.

Sin más, con tensión máxima sobre todo, llegó el choque a la segunda parte de la prórroga. Vitolo no resistió más y Diogo le dio relevo. Quedaban diez minutos y pese a que no ocurría nada podía pasar cualquier cosa. Era tal la incertidumbre que incluso las gradas se silenciaron en un tramo final en el que Bacca sufría un tirón y Mbia luchaba contra sus molestias, sufriendo como en realidad hacían los 22 jugadores que estaban en el campo y los más de cuarenta mil que poblaban las gradas del Juventus Stadium.

 

Y así se llegó a los penaltis. Una nueva copa de la UEFA bajo la suerte de los once metros. Tal vez era lo más justo en una final desgarradora, en la que ambos equipos merecían su parte de éxito, por competir con grandeza, primero, y épica más tarde.

Llegaron los penaltis y entonces Beto se disfrazó de Palop. El héroe fue un portugués, pero no del Benfica, no. 1-1 en la tanda de panaltis y Cardozo coge la pelota para ejecutar su pena máxima. El paraguayo duda y Beto se lo come. Mbía marca y en la réplica Rodrigo de nuevo se estrella ante un Beto coloso. Coke hace el 3-1 y aunque Limao prolonga la agonía para los suyos, Gameiro da la puntilla con un penalti que pone al Sevilla en la órbita de los grandes, en la suya, en la de los campeones, en la de los enormes de Europa.

 

El Sevilla, el Sevilla grande, con su copa, con su competición, con un sueño hecho realidad.

Fuente: Sevilla F.C

El Sevilla se impone en una desgarradora y excepcional final al Benfica en la tanda de...