jueves. 28.03.2024

a presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, ha marcado desde que llegó al poder un perfil propio, que remarcó con su singular gestión de la pandemia y que esta semana ha subrayado de nuevo al aludir al papel del rey en los indultos del ‘procés’, hasta el punto de que su jefe de filas, Pablo Casado, ha tenido que matizar sus palabras.

"¿Qué va a hacer el rey de España a partir de ahora? ¿Va a firmar esos indultos? ¿Lo van a hacer cómplice de esto?". Estas tres preguntas colocaron a Ayuso en el centro del debate público, eclipsaron la protesta en Colón contra la medida de gracia y le granjearon críticas de todo el arco parlamentario.

Pese a que los populares ya habían deslizado en privado críticas al Gobierno de Pedro Sánchez por comprometer al monarca, Casado se desmarcó públicamente de las declaraciones de Ayuso cuando afirmó que no hay más cómplice de los indultos que quienes los aprueban.

Ayuso amagó entonces con corregirse a sí misma, pero, tras decir que “el rey no es cómplice de nada”, volvió a su posición inicial para sostener que el monarca “haga lo que haga, está en tela de juicio”. Y agregó que Casado piensa como ella.

En el PP tuvieron que recalcar que la posición de su líder era la que había sostenido en público, dejar por tanto al rey fuera del debate de los indultos.

No sólo Génova desdijo a Ayuso. Mientras que barones como el presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, restaron importancia a lo dicho por la madrileña por ser un “simple comentario”, el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno Bonilla, pidió un esfuerzo para dejar al rey fuera de las disputas políticas.

Además, el alcalde de Madrid y portavoz nacional del PP, José Luis Martínez-Almeida negó que el rey esté "en tela de juicio” porque firmar los indultos es parte de su deber constitucional.

En la dirección del PP han tratado de desvincularse de una polémica que, de fondo, da muestra de que sólo Ayuso marca el camino de Ayuso. Como en la pandemia. Y lanzando sus dardos al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con, a menudo, un eco mayor del que consigue Casado. A la madrileña.

Ayuso es consciente, y la dirección nacional del PP lo reitera a menudo, de que su estrellato tuvo como origen una apuesta política de Casado, pero, a partir de su designación rechaza cualquier “apadrinamiento”.

“Yo tengo perfil propio, aspiro a seguir defendiéndolo, he sido una mujer siempre independiente y libre y me presento yo, y el proyecto lo encabezo yo y la Comunidad de Madrid me la he echado a las espaldas yo y así pienso seguir haciéndolo”, afirmó en campaña.

Sin embargo, pese al hiperliderazgo de Ayuso, Casado se encomendó a su victoria, que definió como el motor del cambio con el que buscará ganar las elecciones generales. El punto de partida de un cambio de ciclo.

El éxito de Ayuso fue incontestable: acabó con el que fuera su socio, Ciudadanos, adelantó en solitario a la izquierda y pasó a necesitar sólo la abstención de Vox. Reunificación de la derecha y “voto prestado” del PSOE, la receta que Casado necesita aplicar para alcanzar La Moncloa.

Por eso, pese al perfil propio defendido por la presidenta, Casado remarcó entonces que “Isabel es puro PP, es Partido Popular por los cuatro costados”.

Y por eso, pese a las evidentes tensiones por el rey y los indultos, todos los barones del PP han arropado a Ayuso en su toma de posesión. Al contrario que en la protesta de Colón, los Feijóo, Moreno Bonilla, Fernández Mañueco y López Miras no han tenido en esta ocasión problemas de agenda que les impidieran acudir a la Puerta del Sol a felicitar a la presidenta.

Y es que tras el la victoria en Madrid, el PP ha empezado a despuntar en los sondeos, donde -salvo en el caso del CIS- adelanta ya al PSOE y se dibuja una mayoría para gobernar, sumando, eso sí, con Vox.

Las buenas perspectivas no se quedan además en las elecciones generales, si no que se extienden a Castilla y León, donde el PP podría tener mayoría absoluta, Castilla-La Mancha o a Andalucía, donde los populares doblarían sus escaños.

Los populares no suenan igual sin embargo en todos los territorios. Casado lo admite, pero lo ha reivindicado como una fortaleza, como cuando sostuvo que "España tiene muchos acentos, el PP también y se nos entiende muy bien en todas partes".

Sin embargo, en Madrid, centro de la vida política nacional, el riesgo para Casado es que una voz, la de Ayuso, resuene más que la suya. 

Ayuso marca de nuevo un perfil propio frente a Casado