jueves. 18.04.2024

¿Cómo es ser abuelo con más de 75 años? "Ser abuelo es una satisfacción y una alegría muy grande, una segunda oportunidad para disfrutar con la gente más joven", responde Pepe Manzano, de 91 años, aunque también confiesa que con su edad ya no tiene "la misma energía de hace unos años".

Con motivo del Día de los Abuelos, que se celebra este 26 julio, Efe ha recogido los testimonios de Pepe, Pilar, Natalia, Gloria, María Isabel, Rafael y Luci, que muestran las luces y las sombras de lo que supone tener un nieto a edades avanzadas.

Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), desde 1980 la edad media a la que las mujeres tienen su primer hijo se ha retrasado 8 años; de los 24 a los 32. Y este retraso en la maternidad afecta directamente a los abuelos, que cada vez tienen nietos a edades más avanzadas también.

"Es distinto ser abuelo a los 65 años que tenerlos con más de 80, donde tu propia debilidad orgánico-física te va a impedir tener una vida participativa con tus nietos por razones obvias", ha comentado el presidente de la Plataforma de Mayores y Pensionistas (PMP), Ángel Rodríguez Castedo.

LOS NIETOS, UNA SOLUCIÓN PARA LA SOLEDAD

Sin embargo, la realidad de hoy muestra que hay personas que llegan a estas edades con mejores condiciones físicas. "La gente, hoy, si no tiene una gran enfermedad o no la tuvo, llega a los 80 física y psicológicamente bastante bien", comenta Rodríguez Castedo.

Según el Barómetro de Mayores de la Unión Democrática de Pensionistas (UDP) sobre 'Cuidados y ayuda familiar', la mayoría de las personas mayores considera que ayudar a sus hijos y familia contribuye a mantenerles "activos y sanos" y combate un problema recurrente en la tercera edad, como es la soledad.

"Los niños acompañan mucho, solamente estando con ellos me siento acompañada, me dan vida", explica María Isabel Cabrera, de 80 años.

María Isabel fue abuela por primera vez con 40 años, una época en la que, según comenta, no disponía del tiempo suficiente para estar con sus nietos, ya que trabajaba y al mismo tiempo también cuidaba de su hijo menor de 4 años.

Ahora, con 80 años y ya jubilada, agradece poder disfrutar aún de la alegría de los más pequeños. "Mis hijos y mis nietos mayores ya hacen su vida, gracias a los pequeños no me siento sola, son la alegría de mi vida".

Rafael, por su parte, define el ser abuelo como "cumplir con satisfacción de todas las etapas de la vida y formar parte activa en el crecimiento de los pequeños porque son el brazo largo de la familia".

Para él, los nietos te devuelven "esa ilusión de cuando eras pequeño".

LA TECNOLOGÍA Y LA DISTANCIA

La distancia puede suponer un problema, ya que se ha generalizado en los últimos años. Actualmente es frecuente abandonar el entorno familiar donde te has criado para hacer vida en un sitio nuevo, normalmente grandes ciudades, lo que afecta directamente a las personas mayores, que permanecen en el mismo sitio y en ocasiones no pueden desplazarse por los achaques de la edad.

Hay dos formas de ver este problema: mientras María Isabel disfruta el viajar para ver a su familia, incluso cuando ella vive en Gran Canaria y el resto en Madrid, Luci, de 86 años, no ve posible visitar a sus dos nietos menores de 8 y 4 años, ya que ella reside en León y ellos en Granada, lo que hace que solo los pueda ver en verano cuando se junta la familia en la casa del pueblo.

"Apenas me conocen, eso es algo que no me pasaba con los nietos más mayores", comenta Luci.

En un intento de estimular estas relaciones y de permanecer más conectada con el resto de la familia, las hijas de Luci le regalaron una tablet, que está "castigada" en un mueble porque no sabe utilizarla.

Gloria, sin embargo, sí que utiliza redes sociales como WhatsApp, mediante las cuales habla con sus hijos y nietos y felicita los cumpleaños.

LOS IMPEDIMENTOS DE LA EDAD

Cuando su primera nieta nació, Pepe tenía 67 años, era joven, disponía de tiempo para salir e incluso podía conducir. Ahora, sin embargo, explica que le es "muy difícil" estar atento a los pequeños de la familia, ya que entre otras cosas, apenas puede andar.

Lo mismo le ocurre a Natalia, de 79 años, que sufrió un ictus hace diez, lo que le generó dificultades en el habla y en la movilidad.

"Ser abuela es ser madre una segunda vez, es emocionante, pero no puedo sostener a mi nieta en brazos, me tiemblan", comenta Natalia con pena, al tiempo que reconoce que tiene que haber alguna persona más a su lado que esté pendiente de ella cuando ve a su nieta.

Aunque a raíz de esta situación muchos abuelos sienten una gran frustración, ya que la emoción por ver a las nuevas generaciones de la familia no concuerda con su estado físico, todos coinciden en que ser abuelo es "una ilusión, una motivación y una maravillosa experiencia de vida".

Ser abuelo con más de 75 años: una alegría, pero también un reto