Desde su llegada a la ría de Ferrol hace un mes, Manoliño, un arroaz conocido por su afán de interacción, se ha convertido en protagonista de anécdotas y contratiempos para los mariscadores locales. Este delfín, que ha recorrido diversas rías gallegas desde 2019, no deja trabajar en paz a los marineros con sus juegos y acercamientos constantes.
Los buzos, en particular, son quienes más sufren las travesuras de Manoliño, ya que el cetáceo intenta interactuar tocando las mangueras, empujándolos o incluso interfiriendo en sus maniobras de pesca. Para continuar trabajando, los mariscadores han tenido que turnarse para distraer al delfín mientras otros faenan.
Aunque su presencia causa molestias, su historia también despierta ternura. Manoliño superó un ataque en el que terminó con un arpón clavado en su costado, recuperándose por su cuenta. La CEMMA (Coordinadora para o Estudo dos Mamíferos Mariños) advierte que no se debe interactuar con él, aunque es el propio delfín quien busca el contacto humano.
De momento, Manoliño parece haber encontrado su lugar en la ría de Ferrol, donde sigue complicando el trabajo, pero también robándose la atención y los corazones de quienes comparten las aguas con él.