viernes. 19.04.2024
La de Andrea Cavaletti es una historia de amor por la comarca de Ferrolterra, que visitó hace prácticamente tres años con su padre, italiano como él.

"Vine a ver a un colega para patinar con él; llegó mi padre, cogimos un coche hasta San Andrés de Teixido a comer percebes, que nunca los habíamos comido, y me quedó la naturaleza, el mar", afirma en una entrevista con Efe, en la que también señala que al volver a Mallorca, donde vive con su pareja, Alicia Arduini, empezó a gestarse una idea.

Allí residen desde hace una década y regentan un restaurante, pero a su novia le dijo que el norte gallego le había gustado "mucho" y que también quería que ella "viese ese lugar, quizá para hacer algo en un futuro".

No pasó demasiado tiempo hasta que se encarriló su idilio con Pantín, la playa del municipio de Valdoviño (A Coruña) convertida desde los años 80 en uno de los mayores templos del surf en España y a escala internacional, el escenario que cada verano alberga el Pantín Classic, una de las principales competiciones en el mundo.

Cavaletti tenía desde "hace años en mente un proyecto de una casa con skate", como habitual de ese deporte "desde hace 20 años", pero aspiraba a "conectarlo con el surf", al que se enganchó hace escasamente un lustro.

Empezó entonces el camino de Gypsy Pantín, un alojamiento en el que ha logrado ese vínculo entre las dos especialidades desde hace ya prácticamente dos años: "Primero con un piso y el año pasado, durante el verano, reformamos un viejo restaurante de marisco".

Propiedad de la familia Montero, a tan solo unos metros de la arena, va a ser el gran reclamo de su oferta de cara a este próximo verano, una temporada alta "bastante corta" en Galicia, pero que pretende "alargar un poco haciendo eventos interesantes que aún no hay" en la zona.

Destaca en su recinto lo que se conoce como bowl, una gran superficie al aire libre que hace las veces de una piscina sin agua en la que se "pueden practicar también las maniobras del surf si no hay olas".

Andrea Cavaletti ya piensa en organizar "mercadillos artesanales, cine al aire libre, conciertos" o en dar clases a público infantil, pero también le "gustaría hacer una competición de skateboard, hay muchas cosas que hacer aún".

El italiano tiene clara su impresión sobre el futuro de la comarca ferrolana porque sostiene que va "a crecer, en los próximos años se va a poner bastante interesante todo"; en gran medida, gracias a su "brutal" potencial paisajístico: "Es volver a cuando era niño; somos de Módena, que es ciudad, pero también tiene bastante naturaleza".

A pie de costa salvaje, ve todo "más simple, más natural", incluso en la "relación con los vecinos, la manera de interactuar", por lo que no ha dudado en "apostar mucho por crear una pequeña comunidad" a su alrededor.

Por lo pronto, Cavaletti ya ha detectado a "bastante gente de fuera" en los dos últimos veranos, "sobre todo, del norte de Europa" y que llega a Ferrolterra "en furgonetas"; para ellos y para cualquier otro perfil, ofrece dos viviendas, con capacidad para un total de 16 personas.

Alquila esos "pisos completos, ahora solo como vivienda turística", pero está inmerso en el proceso para transformarlos "en un futuro en pensión u hostal para alquilarlos por habitación".

Abre las puertas a un cliente que viene "a surfear, a patinar y a buscar tranquilidad", con ejemplos como el de una familia de Francia, que desembarcó hace unos meses y en la cual "todos vinieron porque patinan", de los padres a sus hijos: "Es el perfil más encaminado a nuestra experiencia". 

Unir surf y skate, una alternativa turística para Ferrolterra