El compostelano Alberto Veiga, ganador por el edificio de la Filarmónica de Szczecin del XIV Premio de Arquitectura Contemporánea de la UE-Fundación Mies van der Rohe, junto a su socio Fabrizio Barozzi, cuenta que su éxito reside en expresar las cosas claras, algo que asocia al "carácter gallego". "Si soy lo que soy, en parte, es porque soy gallego, y me gusta todo lo más claro posible, sin distorsión", confiesa en una entrevista con Efe, y esto es algo, añade, que hace que su arte tenga sentido. No en vano, considera que "lo que más puede transmitir lo que haces es el carácter que llevas dentro". Después de recibir "el premio más importante que hay ahora mismo en Europa" dentro de este sector, este experto manifiesta sentirse "orgulloso" y con la "responsabilidad" de tener que "cumplir las expectativas".
Este profesional asegura que la Filarmónica de Szczecin, en Polonia, alberga "su mayor virtud", -más allá de sus formas y estructura-, en el hecho de que "se deja vivir muy fácilmente", ya que los visitantes, al entrar en su interior, "no necesitan muchas explicaciones", pues es un lugar en el que directamente "la gente puede sentir cosas". Pero para llegar hasta aquí fue necesario captar la atmósfera de la vieja Filarmónica, "una institución culturalmente muy activa", con gran relevancia en la ciudad como "catalizadora de reuniones y del movimiento cultural" local, hecho que llevó a Alberto Veiga y a su socio a "transformar" toda esa carga en una construcción con "una fuerte presencia" y "fácilmente reconocible" en la ciudad.
El arquitecto Veiga afirma que para ellos ha sido muy importante la circunstancia de que, desde el principio, la ciudad, las organizaciones y los agentes culturales hayan estado "muy involucrados" con el proyecto, por lo que han existido una labor pedagógica "importante" que ha favorecido que la ciudad se haya acostumbrado al edificio "muy rápido", y, al mismo tiempo, se ha logrado "una aceptación social increíble".
Los volúmenes masivos, las cubiertas empinadas y los elementos verticales que componen la Filarmónica de Szczecin se encuentran para el arquitecto en otros edificios de referencia de la zona, algo que confluye a la perfección hacia su objetivo de lograr un edificio "bastante expresivo" y el cual activase la memoria de los ciudadanos. Veiga apunta, asimismo, que, actualmente el "cien por cien" de las obras que crea junto a su socio Barozzi están fuera de España, pero ello no como efecto de la crisis económica, resalta, sino como consecuencia de la "generación Erasmus" de la que asegura formar parte.
Así, la clave de su éxito internacional está posiblemente en la "confianza" que tienen en cada proyecto y en el hecho de no tener nunca "vergüenza" de salir a competir fuera, y todo ello unido a una importante dosis de "trabajo, ilusión y ganas". La suma de todo ha formado una especie de "cóctel perfecto" que hace que, durante los últimos años, hayan comenzado a tener un mayor volumen de reconocimientos, algo que el gallego considera que "no es nada menos que el fruto directo del tiempo que las cosas necesitan".
En esta línea, el arquitecto advierte de que, en muchas ocasiones, esto parece olvidarse debido al "síndrome del futbolista" que padece la sociedad y que obliga a conseguir las cosas muy rápido para que tengan mérito. Sobre la posibilidad de trabajar en Galicia, Veiga sostiene que "uno siempre quiere volver al punto cero, al origen", aunque para él son los lugares quienes encuentran a este arquitecto y a su socio, dos personas que, dice, podrían "disfrutar en cualquier sitio" que les diese la "oportunidad" de trabajar y de hacer algo "que emocione realmente".
Una iglesia o un edificio de viviendas serían los retos que hoy a Alberto Veiga le gustaría asumir, en definitiva, "algo que no haya hecho todavía", pero por el momento su estudio está centrado en la realización de un museo en Suiza, un conservatorio en Italia o una escuela de danza. A más premios, por el momento, concreta que "es mejor no aspirar" ni pensar, ya que para Veiga pensar en los reconocimientos impide que las cosas salgan bien y, sobre todo, "no es sano", concluye.