jueves. 16.01.2025

Desde la pandemia, los gimnasios han experimentado un aumento significativo en el número de adolescentes que acuden a entrenar, especialmente para practicar ejercicios de fuerza y levantamiento de pesas. Aunque este cambio puede ser positivo para fomentar hábitos saludables y combatir el sedentarismo, los expertos advierten de los peligros asociados a una práctica sin supervisión adecuada y a las exigencias de alcanzar un ideal corporal irreal.

El impacto de las redes sociales y la búsqueda del "cuerpo perfecto"

Muchos jóvenes encuentran en las redes sociales su principal fuente de inspiración para comenzar en el gimnasio. Sin embargo, esta influencia puede ser un arma de doble filo. La exposición constante a imágenes de cuerpos musculosos y "perfectos" puede generar una presión insana que, según los psicólogos, contribuye a problemas como la dismorfia muscular o la vigorexia, una obsesión por aumentar el tamaño y la fuerza muscular que lleva a un esfuerzo excesivo y a una insatisfacción crónica con el propio cuerpo.

Los riesgos de entrenar sin supervisión

La falta de supervisión en los entrenamientos, especialmente en adolescentes que están en pleno desarrollo físico, aumenta el riesgo de lesiones y problemas de salud a largo plazo. Según los especialistas, levantar pesos excesivos o realizar ejercicios sin la técnica adecuada puede provocar lesiones musculares, articulares e incluso daños irreversibles en el crecimiento.

El papel de los padres y la educación física

Algunos padres llevan a sus hijos al gimnasio como una forma de combatir el sedentarismo, especialmente tras la pandemia, cuando los hábitos físicos se vieron gravemente afectados. Si bien esta intención es positiva, los entrenadores y expertos recomiendan que la actividad física sea siempre supervisada y adaptada a las capacidades y necesidades de cada adolescente.

Cómo fomentar un entrenamiento saludable

Para garantizar que el ejercicio en el gimnasio sea beneficioso y seguro, los expertos aconsejan:

  • Supervisión profesional: Contar con entrenadores cualificados que adapten las rutinas a la edad, el desarrollo físico y los objetivos de cada joven.
  • Educación sobre salud mental y corporal: Enseñar a los adolescentes a valorar su cuerpo tal y como es, alejándose de ideales inalcanzables.
  • Evitar comparaciones: Fomentar el deporte como una actividad para mejorar la salud y no solo como un medio para alcanzar un cuerpo estético.
  • Integrar una dieta equilibrada: Evitar cambios bruscos en la alimentación que puedan derivar en trastornos alimenticios.

Un equilibrio necesario

Aunque el aumento de adolescentes en gimnasios refleja una mayor preocupación por la salud y el bienestar físico, también pone de manifiesto los desafíos de equilibrar el ejercicio con la protección de la salud mental y física. La clave está en educar y acompañar a los jóvenes para que el deporte sea una herramienta de bienestar y no una fuente de presión o riesgos innecesarios.

El auge de adolescentes en gimnasios: entre el ejercicio saludable y los riesgos de...