Sin el brote del Covid-19, la realidad sería otra y hoy Galicia estaría votando. El calendario gallego de 2020 contemplaba unas elecciones no más tarde del otoño, las cuales fueron adelantadas a primavera, anticipo que ha truncado un virus causante de una crisis sanitaria sin precedentes cercanos. El 10 de febrero se produjo el anuncio. Nadie imaginaba que la cita con las urnas sería el Domingo de Ramos.
Pero Alberto Núñez Feijóo dio esa fecha. Galicia, acompasada con el País Vasco. Y todos los partidos marcaron en rojo el 5 de abril, es decir, esta jornada. Un día después de esa comunicación, Feijóo tranquilizaba a los suyos al confirmar su intención de repetir como candidato e iniciar una precampaña centrada nuevamente en "Galicia, Galicia y Galicia".
Mítines, reuniones sectoriales y cafés con la ciudadanía; Feijóo había empezado con fuerza una pelea que se paró en seco el 16 de marzo cuando, mediante un acuerdo conjunto con las otras fuerzas, la Comunidad solicitó a la Junta Electoral la suspensión de los comicios. Hasta pasado el verano, no parece posible una nueva fecha.
Así las cosas, Núñez Feijóo tuvo que quitarse el traje de candidato para enfundarse en la vestimenta de presidente de la Xunta con plenas funciones y enfrentarse a la gestión de esta emergencia mundial.
El reto como líder del PPdeG de lograr cuatro mayorías absolutas consecutivas, e igualar el récord de Manuel Fraga, ha sido aparcado. Primero, comunicó Feijóo contagios; después, cierre de colegios y prohibición de los actos multitudinarios. Más tarde ya vinieron el aislamiento social, la paralización de actividades no esenciales y las ruedas de prensa telemáticas, con preguntas escritas por los periodistas en grupos de WhatsApp. Válido para todos.
Unas circunstancias excepcionales que, en el caso del PSdeG, han trastocado también los planes de Gonzalo Caballero, el postulante del estreno, que, aprovechando el impulso de un Gobierno central en Madrid, de su mismo color político, tenía, según algunas encuestas, oportunidades serias de "birlar" la presidencia de la Xunta al PP.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, prometió implicarse en la campaña para apoyar a su hombre, sabedor de que Galicia es la gran plaza fuerte del PP y de que, por ende, una derrota de la derecha afianzaría su liderazgo. Los socialistas habrían llegado al 5 de abril con el trabajo muy adelantado, después de que Caballero se confirmase ya en 2018.
En su momento hubo cierta polémica en el partido por la premura, pero los buenos resultados cosechados en las sucesivas votaciones de 2019 acallaron ese ruido y sellaron todas las fisuras internas del PSdeG.
Ahora les queda por ver el balance que harán los ciudadanos de la gestión del coronavirus y la tendencia que reflejen nuevos sondeos. La precampaña del Grupo Común da Esquerda también fue intensa en cuanto a negociaciones se refiere.
Tras sucesivas tiranteces entre las distintas facciones del espacio rupturista; al final, con la intermediación de Pablo Iglesias, se firmó un acuerdo de última hora para una candidatura conjunta con Antón Gómez-Reino encabezando.
Tras ser elegido, Gómez-Reino continuó con su labor como diputado en el Congreso e hizo un viaje a Argentina para acompañar a su pareja, que debería dar a luz en su país natal este mismo mes. El día 10 de marzo regresó Antón a España para volcarse en la precampaña. Su intención era, tras el 5A, volver al país sudamericano para vivir el nacimiento de su segunda hija.
El patógeno alteró su plan. El candidato rupturista fue uno de los positivos, confirmado el 17 de marzo, y aunque el día 30 dio negativo, las restricciones en los vuelos suponen, en su caso, un hándicap para poder desplazarse.
Durante su confinamiento en su residencia de A Coruña toma parte en numerosas reuniones telemáticas con los que si nada cambia serán, cuando toque, sus rivales. La portavoz nacional del BNG, Ana Pontón, fue designada para la presidencia de la Xunta en un proceso de primarias en el que obtuvo el apoyo unánime de la militancia.
El 19 de enero, su proclamación. Con una afluencia muy superior al aforo, la gran imagen de aquel evento fue la de la líder nacionalista, en un avanzado estado de gestación, subida a una caja a las puertas del auditorio que acogió el acto para dirigirse a los que se habían quedado fuera. Tres días más tarde, Pontón daba a luz a su única hija, Icía.
No estaba previsto que los tiempos entre el nombramiento de Ana y su parto fuesen tan ajustados, ya que su salida de cuentas estaba prevista para un mes más tarde. Apenas pudo disfrutar del permiso de maternidad.
Recorrió casi toda Galicia en cuanto el Bloque puso todo su engranaje en marcha. La candidata de Ciudadanos, Beatriz Pino, se encontró primero con la negativa del PP a aliarse. Después pasó al encierro con dos hijos en plena adolescencia, circunstancia que le ha permitido "aumentar" las horas de charlas y diálogos, tal y como ha contado ella a Efe.
Además de su aspiración política, esta periodista también ha tenido que paralizar otros planes tales como una mudanza, imposible en este momento. En el lado bueno de las cosas, mantiene dos reuniones de media al día y consigue organización. Ello, pese a tener cierta desorientación, pues a veces "cuesta saber en qué día vivimos". Ricardo Morado, número uno de Vox por A Coruña (este partido no presenta candidato a presidencia) no cumple la reclusión. Él no ha parado.
Al trabajar en el sector de la alimentación, está operativo. Considera que es un motivo de "orgullo" y, por tango, se vuelca en poder ayudar de la mejor manera posible a paliar una situación que ya de por sí es complicada. Su hija cumplió tres años el 28 de marzo y familiares y amigos les contactaron por videoconferencia en una suerte de "cumpleaños feliz" virtual. Valentina, como se llama la pequeña, repite como un mantra el mensaje de que no pueden salir de casa, sin pronunciar del todo bien coronavirus, pues elimina el "ro".