jueves. 05.12.2024

Ya lo dice el refrán: donde comen dos, comen tres. Y si el menú incluye pavo y pastel de calabaza, pues que venga todo el barrio. Pero, ojo, que aquí no estamos hablando de una comida cualquiera, sino de un banquete que se cuela en nuestras casas con más sigilo que un Black Friday. Acción de Gracias ha llegado a España y, cómo no, el bueno de Arturo Pérez-Reverte ya tiene las cejas arqueadas y el teclado en modo artillería pesada.

Según el escritor, estamos adoptando costumbres extranjeras a la velocidad de la luz, mientras seguimos tirándonos piedras contra nuestro propio tejado. Y, la verdad, algo de razón tiene el hombre. Aquí somos capaces de encargar un pavo tamaño dinosaurio en Carrefour mientras ponemos a parir el Día de la Hispanidad o nos quejamos de lo rancio que es el roscón de Reyes. Vamos, que lo de agradecer lo propio no se nos da muy bien, pero lo ajeno… ¡Eso sí que nos llena el plato!

La pregunta que flota en el aire como el aroma de un pavo recién asado es: ¿por qué demonios celebramos Acción de Gracias? ¿Qué tenemos que agradecer exactamente? ¿Que no nos subieran la cuota del gimnasio este mes? ¿Que el vecino no taladrara en domingo? A este paso, no sería raro que acabemos pidiendo "truco o trato" con castañuelas o celebrando el 4 de julio con paella y sangría.

No es que uno esté en contra de juntarse con la familia, ¡faltaría más! Pero, puestos a importar tradiciones, ¿por qué no adaptarlas a nuestra manera? Podríamos hacer un "Acción de Gracias a la gallega": cambiamos el pavo por un buen cocido, el pastel de calabaza por tarta de Santiago, y, en lugar de dar gracias, nos limitamos a gruñir un "bueno, no nos podemos quejar". Porque, si algo nos caracteriza, es la capacidad de encontrarle la retranca hasta al día más solemne.

Mientras tanto, Arturo sigue en sus trece, lanzando tuits como si fueran bolas de nieve. Y no le falta público. A fin de cuentas, pocos personajes tienen la habilidad de resumir en 280 caracteres lo que muchos piensan pero no se atreven a decir. Quizás, en el fondo, lo que más nos molesta no es celebrar Acción de Gracias, sino sentir que, con cada nueva moda importada, nos alejamos un poquito más de lo que somos.

Así que, queridos compatriotas, celebremos lo que queramos, pero hagámoslo a nuestra manera. Que, si algo sabemos hacer bien, es darle la vuelta a cualquier tradición y ponerle nuestro toque único. Al final, da igual que sea Acción de Gracias, Halloween o el Día de San Patricio: lo importante es disfrutar, aunque sea con una buena dosis de ironía. Y eso, como diría Reverte, ya es motivo para dar las gracias.

Gracias por nada: Pérez-Reverte, el pavo y nuestra habilidad para copiar lo ajeno