viernes. 29.03.2024

Jugar no es solamente una cosa de niños, puesto que el cuerpo y el cerebro del adulto también necesitan de esa fuente de relajación y estimulación y precisamente esa manera de cuidar la salud física y mental es el germen de una suerte de bazar de Ourense cuya oferta abarca desde los cero a los 99 años de edad.

 

En plenas fechas navideñas, con la inminente llegada de sus Majestades de Oriente, "A Bufarda", una pequeña juguetería con encanto situada en el casco histórico de la ciudad de las Burgas, es un buen ejemplo de que el juguete no es algo exclusivo del público infantil y, como prueba de ello, la amplia gama que el local atesora en su interior. Véase, desde aquellos de madera hasta coleccionables, pasando por disfraces, puzzles e instrumentos de música para todos los públicos, detalla el gerente del negocio, Carlos Rodríguez.

 

En una conversación con Efe, reivindica desde un inicio la importancia del "juguete participativo" en el que "papá o mamá se tienen que sentar con el niño y explicarle cómo se juega". "Aquí trabajamos el juguete tradicional, que es con el que jugaron los padres y los abuelos; aquí no van a encontrar el juguete que el niño ve en la televisión ni tampoco los tecnológicos", abunda.

 

Tanto es así que, lejos de ser una juguetería "al uso", A Bufarda enseña "jugando", y esta es una forma diferente de entender un oficio de cara al público en el que el cliente puede conocer los entresijos del producto antes de adquirirlo. "Aquí aprendemos jugando", abunda Rodríguez. Entre la larga lista de propuestas, se pueden ver desde marionetas, algunas exclusivas; hasta recortables de Bette Davis o Grace Kelly, así como cromos muy antiguos, cajas de música y, "para los días de lluvia", juegos de lógica que "no necesitan pilas, ni cables, ni cobertura".

 

También esta estancia alberga cuerdas de saltar, canicas y otras muchas variantes de actividades de ocio tradicionales que "se están empezando a recuperar", especialmente en colaboración con los centros educativos, que ofrecen este tipo de propuestas como alternativa al "balón y el fútbol" que acapara ahora mismo "los patios de recreo". No ve este empresario límite de edad alguno, más allá de la de "prohibición", en alusión a aquellos juguetes que contienen piezas pequeñas y que no recomienda para los más pequeños de la casa por razones de seguridad. Pero, a partir de ahí, aboga por "un límite de edad por defecto y no por exceso" y es que "mientras la persona sea consciente y tenga ganas de jugar, puede jugar".

 

De hecho, una de las especificidades de A Bufarda son los juegos orientados a usuarios con necesidades específicas, ya que "ayudan a mejorar la concentración y la memoria". De momento, Rodríguez continúa con su apuesta por "intentar adaptarnos a las necesidades del cliente", pero alejado de la juguetería actual, y por ofrecer un producto que se venda a lo largo del año. Pese a la competencia, una de sus premisas se basa en que "hay mercado para todos y podemos hacer negocio todos". Para lograrlo, en su caso, apuesta por renovar constantemente sus productos, incorporando artículos que vende totalmente en exclusiva.

 

El resultado de agudizar el ingenio es la alta satisfacción entre sus clientes, que no dudan en decir frases del tipo "no vuelvo a ir, porque me compraría todo", ni de expresar lo bien que se lo han pasado con un juguete, comentario que proviene a veces desde abuelos a sus nietos, e incluso bisnietos.

Los juguetes no son solamente para los niños