El próximo 2 de abril, como cada año, se celebra el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo, una fecha para visibilizar, sensibilizar y, sobre todo, escuchar. Escuchar a quienes conviven día a día con el autismo sin filtros ni eufemismos. Escuchar, por ejemplo, a Luján Borrás, madre de Asier, un adolescente gallego con autismo severo, y alma de la campaña #DíseloAlAutismo, una iniciativa que ha movilizado a miles de personas en toda España a través de la plataforma Change.org.
Su objetivo es claro: reclamar los derechos que, según su experiencia y la de muchas otras familias, les están siendo negados a las personas con autismo. Derechos tan básicos como una atención adecuada en centros escolares, protocolos reales y eficaces en servicios públicos, o simplemente la posibilidad de que cada persona con autismo pueda desarrollar su vida con dignidad y apoyo.
Una campaña que nace desde el corazón
Luján no pide compasión, ni quiere despertar lástima. Lo que busca, junto a muchas otras madres, padres y familiares, es un cambio de mentalidad. Que la sociedad entienda que el autismo no es una rareza, ni una etiqueta para esconder, ni un motivo para excluir. Que las personas con autismo tienen voz, tienen sueños y tienen mucho que decir, aunque muchas veces no se les escuche.
Desde Vilagarcía de Arousa, desde Vigo, desde Madrid o Barcelona, familias enteras se están uniendo al movimiento #DíseloAlAutismo, compartiendo testimonios, imágenes, pensamientos y reivindicaciones. Porque cada historia suma. Porque cada historia importa.
Una realidad que no se ve, pero se vive
Los datos no siempre reflejan lo esencial: la soledad, la incomprensión, la falta de recursos, la burocracia, la invisibilidad. Por eso campañas como esta son necesarias. Porque como recuerda esta madre gallega, el autismo no es una broma, y aún queda mucho por aprender. Pero también mucho por hacer.
Luján recoge firmas. Pero sobre todo, recoge esperanza, fuerza y verdad. Y exige lo que debería ser obvio: que su hijo y todos los niños, niñas, jóvenes y adultos con autismo tengan el lugar que merecen en el mundo. No por lástima. Por justicia.