martes. 16.04.2024

Una aldea un tanto retrógrada con habitantes muy cerrados de mente en la que la mujer es juzgada permanentemente. Un ambiente asfixiante en el que todos hablan de todas. Así es el escenario que ha creado la escritora ceense Rocío Leira en su última novela “Veleno en familia” (Baía Edicións). Semeja un mundo distópico.

 

O tal vez, no tanto. Esta historia de intriga, con personajes llevados al extremo, se sitúa en un núcleo imaginario del rural gallego. Su propio relato sorprende al raciocinio de esta licenciada en Matemáticas que, según confiesa en una entrevista con Efe, el intercambio de pareceres con sus lectores le ha demostrado que “realidades que parecen muy lejanas no lo están tanto”.

 

“Lo que me encuentro con los lectores es que todos se ven reflejados en la novela. Yo pensaba que no podían existir realmente personajes tan asfixiantes y tan corrosivos y, sin embargo, todo el mundo conoce a alguien así”, asegura asombrada al hacerse partícipe del dicho de que la realidad supera la ficción.

 

Rocío Leira Castro (Cee, 1979), galardonada con premios literarios como el Díaz Jácome de poesía para nuevos creadores o el “Anduriña Voandeira” de la Irmandade de Centros Galegos en Euskadi, publicó su primera obra en 2013 y compagina su pasión por la literatura con su centro de formación para universitarios en Santiago de Compostela. Pese a ser una auténtica apasionada de la novela negra desde pequeña, este es el primer libro de estas características que publica. Comenzó con Agatha Christie, “que es como el nivel básico de las novelas de intriga”.

 

Y por eso, porque es un género que le engancha como lectora, parecía “natural” que terminase escribiendo un relato de este tipo. Pero la suya, aunque versa sobre un crimen, no se queda en la propia definición de un suspense que atrapa al lector hasta el final de sus páginas, pues traspasa el género para llegar a la crítica. Ya lo refleja su nombre, pues “Veleno en familia” (“Veneno en familia”) es un título con doble sentido.

 

“La obra empieza con un envenenamiento pero realmente lo que quiere retratar es ese otro veneno que está más metido en las familias, una cierta toxicidad con los conflictos típicos que ocurren en casi todas las familias pero llevados muy al extremo”, revela la escritora. Esos enfrentamientos los protagonizan tres mujeres muy diferentes –Dosinda, Carme y Rosa Mari-, pues “es una novela de voces femeninas”. “Cada una, a su manera, representan distintas facetas del empoderamiento femenino”, detalla la ceense.

 

A través de estas narradoras, Rocío Leira presenta “esas dificultades psicológicas que tienen que enfrentar las mujeres del rural por estar sometidas a una observación continua, ser juzgadas por las demás y, sobre todo, juzgadas moralmente, lo cual lleva acarreado muchas veces un sentido de culpabilidad, de no hacer lo que se espera de ellas”.

 

Dosinda es una anciana acostumbrada a ejercer el poder, “muy retrógrada ideológicamente”; mientras que su hija Carme, que sufrió un terrible abuso psicológico, presenta un "empoderamiento progresivo", pues va cogiendo las riendas de la relación con su marido y de su vida.

 

La sobrina Rosa Mari encarna “la incomprensión total”, una mujer moderna y liberada sexualmente cuya forma de pensar no encaja en el ambiente en el que vive. “Intento reflejar ese papel de la mujer rural que muchas veces está olvidado porque hoy en día las novelas son casi todas más urbanitas o están ambientadas en sociedades más liberales y muchas veces nos olvidamos de que siguen existiendo esos ambientes asfixiantes, algunos incluso cerca de nosotras”, esgrime la escritora.

 

A pesar de ser un relato ficticio, pues sabe que “el rural típico es más abierto”, recuerda una anécdota que leyó hace poco sobre una protesta feminista del último 8 de marzo.

 

“En un pueblo de Ourense las mujeres se manifestaron con una pancarta con el lema de ‘las mujeres del rural también podemos ir al bar’ que es algo que es impensable para una mujer urbanita que va a un bar cuando le da la gana, pero en ciertos ambientes, a lo mejor no está tan bien visto. Entonces ellas reivindicaban y acababan su marcha en el bar del pueblo al que parece ser que iban más hombres que mujeres”, narra la novelista.

 

Para Rocío Leira, la literatura tiene el poder de centrarse “en cosas que pueden pasar más desapercibidas y que a veces necesitan que alguien ponga la lupa sobre ellas para amplificarlas y llevarlas a la realidad y a la actualidad”.

Rocío Leira: "Las mujeres rurales soportan la carga de ser juzgadas moralmente"