sábado. 20.04.2024

Como cada año desde el 1976, el Campo do Oso ha sido este domingo el escenario de A Rapa das Bestas, un rito ancestral y el primero que abre los distintos curros que se celebran en Galicia.


La 'rapa das bestas' de Campo do Oso (Mondoñedo, Lugo) inauguró hoy el calendario con una de las costumbres más longevas de toda la Comunidad gallega, en la que hombre y caballo terminan por medir su poderío en una lucha cuerpo a cuerpo.


La Rapa das Bestas enfrenta a dos fuerzas tradicionales de la naturaleza. La bravura de los hombres se enfrenta a la de caballos salvajes en la lucha cuerpo a cuerpo que el público jalea y aplaude.


Por un lado, los caballos salvajes de las sierras gallegas; y por el otro, luchadores procedentes desde los lugares más recónditos.


Como testigos de excepción son miles los visitantes privilegiados que se acercan a contemplar un rito que con un adjetivo: ancestral.


Sudor, esfuerzo, polvo, niebla y nerviosismo han estado presentes en este festejo.


La cita de Campo de Oso, obligatoria, es la primera del año.


Se celebra en un marco incomparable de gran belleza paisajística, a la altura del monte situado entre las parroquias de Santa María de Bretoña (A Pastoriza) y Santa María a Maior (Mondoñedo).


Un día como hoy, desde primerísima hora de la mañana, 'los mozos' reúnen a un gran número de caballos salvajes, que pastan y pasean en libertad y en grandes manadas durante todo el año.


Ya en el curro, se produce ese mano a mano particular para raparles las crines y marcarlos a fuego.


Una lucha cuerpo a cuerpo entre el hombre y el animal, rodeada de una enorme expectación, y en la que participa toda la familia, desde edades bien tempranas.


El espectáculo se adereza con la entrada de algún valiente, que para abrir el apetito para la degustación de carne de potro que hay al final de la jornada, lucha en solitario para así domar a alguno de los animales.


La nobleza del caballo y la valentía de los luchadores dejan atónitos y estupefactos a cualquiera, sin olvidar nunca el ingrediente principal, indispensable y mimado de esta receta ya tradicional: el caballo.


Enclavado en el municipio gallego de A Estrada, en la provincia de Pontevedra, Sabucedo será el próximo fin de semana la otra gran cita de los 'aloitadores' encargados de lidiar con las bestias.


Un acontecimiento al que los aficionados acuden bastantes horas antes de que empiece realmente.


Barracas de feria, tenderetes de bebida y comida se concentran en estas romerías en los márgenes de los caminos por los que pasan los caballos.


Los curros empiezan con la llegada de los caballos, que entran levantando una enorme polvareda. Cuando están lo suficientemente hacinados, un 'speaker' pide un aplauso y explica las reglas del curro y los orígenes centenarios de la rapa.


De lo que se trata es de cortar las crines a los caballos que durante el año viven libres en el monte. Es un proceso de higiene que comienza separando a los potros de los ejemplares adultos.


En la primera fase participan los niños, mientras el público aplaude y ríe.


"La rapa es básicamente amor, cariño y respeto por los animales", dice Miguel García en Campo do Oso, justo antes de que comience la verdadera faena.
Un grupo de cuatro personas, veinteañeros un par ellos y algo más talludos los otros dos, se abalanzan sobre el primer caballo.


Lo separan del grupo, dos agarrándolo de la cabeza y uno del rabo. El animal puede caer o no al suelo, pero queda inmovilizado; es entonces cuando el cuarto hombre saca las tijeras y corta la melena. Aplausos y vítores.


El proceso se repite. Un mal cálculo en el salto puede provocar una caída dolorosa, por no hablar de las coces siempre inoportunas.

Campo do Oso, la primera de las rapas gallegas que mide a hombres y caballos