La solución en Yemen, uno de los países más pobres en Oriente Medio, sigue atascada, lejos de vislumbrarse algún tipo de avance hacia la paz parece que todavía el conflicto se hace cada vez más intenso.
El conflicto armado de Yemen comenzó en marzo 2015 después de que los rebeldes hutíes, respaldados por Irán, se alzaran en armas contra el Gobierno reconocido internacionalmente del presidente Abdo Rabu Mansur Hadi y tomaran la capital, Saná.
La guerra civil en Yemen se agudizó después por la intervención militar de la coalición árabe, liderada por Arabia Saudí, en apoyo de Hadi.
Antes de la revolución de 2011, Yemen ya era uno de los países árabes más pobres de la región, pero a raíz del conflicto la situación de hambruna se ha vuelto insostenible.
Mientras tanto, civiles de todo el país y de todas las generaciones sufren las peores consecuencias de esta guerra sin acceso a atención médica, alimento y condiciones de vida digna que todo ser humano merece.
El uso indiscriminado de la violencia contra la población yemení, especialmente los bombardeos aéreos sobre zonas donde vive población civil, es junto con la hambruna, una de las principales denuncias de organizaciones.
Entre otros objetivos, una de las máximas prioridades en el país árabe es detener la hambruna, porque hay millones de personas que están a punto de sucumbir al hambre y a las enfermedades asociadas.
La extraordinaria labor que lleva a cabo ACNUR (Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados), para salvar la vida tanto de las personas yemeníes desplazadas como de las personas refugiadas y solicitantes de asilo, hace que todavía quede un hilo de esperanza en la humanidad. No obstante no es posible cubrir todas las necesidades ni brindar toda la ayuda para salvar vidas, debido a la falta de donaciones.
En datos, se puede destacar que más de 20 millones de yemeníes requieren ayuda humanitaria, mientras tanto, otros 4 millones de personas ya viven desplazadas dentro de Yemen y otros tantos 7,4 millones de personas necesitan ya asistencia nutricional.
La asistencia que proporciona ACNUR llega a las veinte provincias afectadas por el conflicto. Trabajan duro para brindar protección, albergue y artículos de ayuda no alimentaria. Además de ofrecer asistencia legal y financiera, así como apoyo psicosocial, para ayudar a las personas afectadas por la guerra.
También facilitan gran variedad de servicios de protección, como la prevención de la violencia de género e intervenciones específicas que se enfocan en las mujeres y en la niñez.
Sin embargo, toda su labor no es suficiente, cada día se necesitan más donaciones para seguir ayudando a toda la población civil. ACNUR está en el terreno brindando ayuda, pero no lo puede hacer solo.
La pandemia del Covid-19 no ha hecho más que empeorar la situación, apenas la mitad de las instalaciones de salud de Yemen funcionan a pleno rendimiento, sin duda el COVID-19 es una amenaza mortal más en un país que enfrenta problemas tan graves.
Ahora más que nunca, la población lucha por sobrevivir a la COVID-19 y al brutal conflicto que les ha arrebatado el acceso a atención médica, alimento y condiciones de vida digna, sin duda estamos ante el peor momento de esta crisis humanitaria que ya ha sido catalogada como la más grave del mundo.