Kathleen Folbigg, quien ha estado en prisión durante dos décadas por el asesinato de sus cuatro bebés, ha sido indultada por las autoridades australianas. El caso de Folbigg fue revisado después de que una investigación liderada por una científica española relacionara las muertes con fallos genéticos.
Durante una conferencia de prensa en Sídney, el fiscal general de Nueva Gales del Sur, Michael Daley, anunció el indulto y destacó que se asegurarán de que Folbigg sea puesta en libertad sin demora. La revisión del caso se inició el año pasado luego de que científicos plantearan la posibilidad de que las muertes de los hijos de Folbigg estuvieran relacionadas con una rara mutación genética. El exjuez Tom Bathurst, a cargo de la revisión, concluyó que existen dudas razonables sobre la culpabilidad de Kathleen Folbigg en cada uno de los delitos.
Según las conclusiones de Bathurst, es posible que tres de los niños de Folbigg hayan muerto por causas naturales, mientras que las pruebas relacionadas con el cuarto bebé no eran consistentes. Después de recibir el indulto por parte de la gobernadora de Nueva Gales del Sur, Margaret Beazley, Kathleen Folbigg, de 55 años, ha sido puesta en libertad y se ha refugiado en una granja en el norte del estado junto a su amiga y defensora, Tracy Chapman.
La abogada de Folbigg, Rhanee Rego, consideró el indulto como un momento decisivo en un largo y doloroso viaje, y señaló que el caso destaca que el sistema legal puede cometer errores. Además, destacó la importancia de fortalecer la relación entre el derecho y la ciencia, para que las decisiones legales se basen en la mejor evidencia científica disponible.
El caso de Folbigg fue reabierto después de que un equipo internacional de científicos, liderado por la inmunóloga española Carola García de Vinuesa, sugiriera en 2020 que las muertes de los bebés podrían ser causadas por factores genéticos. La investigación señaló una mutación genética (CALM2) en dos de las hijas de Folbigg, Sarah y Laura, relacionada con la muerte súbita cardíaca. El estudio también reveló que los niños llevaban variantes raras de un gen que causa ataques epilépticos en roedores.
El caso de Kathleen Folbigg ha sido objeto de controversia desde su condena en 2003 a 40 años de prisión, posteriormente reducidos a 30 años. Folbigg ha mantenido su inocencia, argumentando que sus hijos murieron por causas naturales en Hunter Valley, cerca de Sídney. En marzo de 2021, un grupo de científicos, incluyendo dos premios Nobel, enviaron una carta a las autoridades australianas solicitando el indulto y la liberación inmediata de Folbigg, lo que llevó a la reapertura del caso.