Varios peritos y médicos que trataron a A.S.V., de 33 años, acusado de un delito de apropiación indebida por quedarse con más de 120.000 euros de sus clientes, cuando trabajaba como agente colaborador del Banco Santander en la comarca de Monterrei (Ourense), han coincidido en que el hombre estaba "inestable emocionalmente" cuando ocurrieron los hechos y sufría una "crisis de ansiedad", agravada por el consumo de alcohol y drogas.
Todos ellos han asegurado, en el segundo y último día de juicio, que el acusado presentaba "un consumo excesivo de alcohol" que derivó en una "crisis de ansiedad", por la que requirió "tratamiento farmacológico y terapéutico, ha apuntado uno de los psiquiatras que lo trató. Actualmente, el hombre se encuentra "estable" tras "más de un año de abstinencia" y presenta "una evolución positiva", ha continuado.
El acusado empezó a ir al psiquiatra en 2013, cuando aún se desconocía su engaño. Varios amigos que declararon como testigos han asegurado que durante la época de los hechos, entre 2013 y 2014, empezó a beber y a consumir drogas, "primero los fines de semana y después, de forma descontrolada".
De hecho, uno de ellos ha relatado que "era raro no verle en el bar tomando una cerveza", mismo diagnóstico que hizo su médico de cabecera, quien corroboró sus problemas con el alcohol. En las conclusiones, la fiscal ha ratificado su petición de ocho años de prisión por un delito de apropiación indebida, y otro delito continuado de falsificación de documento mercantil en concurso medial con estafa para Alexandre S. V., por apropiarse de dinero de las cuentas de 16 clientes, sin su permiso, bien falsificando sus firmas u obteniéndolas mediante engaño cuando era agente colaborador del banco Santander en la oficina de Vilaza.
A pesar del reconocimiento de deuda, entiende que ha quedado acreditado que se apoderó del dinero no únicamente de forma indebida, sino que se valió "del engaño" para conseguir el dinero, tanto con firmas falsificadas y sin autorización de las víctimas, donde "el único beneficiado fue el propio acusado". Además, ha hablado de un "abuso de confianza" ya que todos los clientes eran "personas conocidas, que han vivido siempre allí y que conocía de toda la vida", hasta tal punto que incluso "le dejaban las cartillas". Ha descartado la eximente de drogas y alcohol por no quedar acreditada su relación directa con la obtención del dinero.
Por su parte, la defensa rebaja dicha penas a menos de dos años de prisión, tras reconocer que se apropió de más de 121.000 de sus clientes. Sin embargo, ha rechazado una supuesta estafa, en el sentido de que "en ningún momento intentó inducirles a firmar un contrato de una manera determinada" y que "ni siquiera se molestaba en simular la firma", así como un abuso de confianza.
"Muchos testigos dijeron que no tenían especial relación con el acusado, más allá de que lo conocían", ha insistido. Asimismo, la defensa ha pedido que se tenga en cuenta que "devolvió parte del dinero" y que está "arrepentido". La Fiscalía sostiene que el acusado, "aprovechándose de la confianza generada en sus clientes y en la entidad bancaria con la que colaboraba", se quedó con el dinero de más de una docena de clientes entre los años 2013 y 2014, a los que entregó bien recibos sin sello oficial de la entidad o bien obteniendo con engaño la firma auténtica de los clientes. El acusado, en su alegato final, pidió "otro oportunidad para corregir errores" cometidos y "devolver el dinero" sustraído.