A modo de ritual de purificación, una auténtica batalla campal de harina toma hoy la plaza de la localidad de Xinzo de Limia (Ourense) en el denominado 'Domingo Fareleiro'. Se trata de una singular celebración que tiene en este ingrediente su principal protagonista, y que da el pistoletazo de salida a un largo ciclo festivo de Entroido.
Todo visitante que acude al domingo de "farelada" ha de saber que debe ir convenientemente preparado y no tomarse a mal el hecho de acabar cubierto de harina, de pies a cabeza, si determina pasar por las zonas críticas del combate. Es un hecho éste del que no se salvan ni los propios medios de comunicación que optan, dentro del jolgorio, por cubrir sus equipos -cámaras y portátiles- para evitar males mayores.
En esta contienda a campo abierto, el objetivo es vencer a los otros implicados en la confrontación, y todo ello en el marco de una ceremonia que evoca la entrega de los tradicionales "farelos" (salvado), aquellos que los hombres daban antiguamente a las mujeres a las que querían cortejar. Así, perpetrados con ropas usadas y mascarillas, e incluso gafas de buzo, los contendientes del siglo XXI, a través de todas las modalidades posibles, deben enharinar a su adversario.
Esta costumbre, después de sufrir los envites de la represión, ha sido recuperada hasta llegar hoy a su máximo apogeo y con "normas no escritas", a excepción de algunas que obedecen al más puro civismo. "No tirar harina en los ojos, coches ni escaparates" de los establecimientos comerciales, recogen etnógrafos gallegos en la publicación "As caras do entroido ourensan", editada por la Diputación de Ourense.
El resultado de esta acción, una Praza Maior teñida de blanco gracias al reparto gratuito de cientos de kilos de harina, que va mezclada para que no se quede pegada. Según explica a Efe el investigador Federico Cocho, autor del libro "A festa do Entroido", este acto popular se relaciona estrechamente "con las bromas y juegos" que se hacían antaño, consistentes en "mancharse con harina o cualquier otro elemento que hubiese a mano".
Esta costumbre de la harina, poco extendida en Galicia, era habitual en otros puntos de España y en países como Francia. "En algunos casos, se manchaban con betún, herrumbre de los potes, ceniza", tradición que posteriormente se incorporaría al ciclo del Entroido "como una broma de carnaval", ha detallado Cocho, quien reconoce una "connotación sexista" en sus orígenes, pues eran los hombres los únicos que podían tirar harina a las mujeres. Este ritual no es algo exclusivo de esta localidad orensana y numerosas villas tienen también su propia Farelada, quince días antes de los días grandes del Carnaval. En el caso de Xinzo ha pasado a celebrarse una semana antes, para dejar sitio al Domingo Oleiro. Las localidades de Verín y Viana do Bolo también mantienen viva esta fiesta popular y, en otras zonas, este trasiego recibe el nombre de Borralleiro, pues se sustituye la harina por ceniza. En Xinzo, tras el sábado del Petardazo y el Domingo Fareleiro, el municipio se prepara para vivir los momentos clave del Carnaval, con la celebración del Domingo Oleiro y el Domingo Corredoiro, antesala de los días grandes. Vecinos y visitantes se imbuyen del auténtico espíritu del carnaval rural gallego.