jueves. 28.03.2024

R.F.A. es un enfermo gallego de hepatitis C que, como otros miles, tiene su paciencia al mismo nivel de deterioro al que avanza su hígado.

 

Desde que en el mes de septiembre de 2014 le diagnosticaron hepatitis C en uno de los estados más avanzados, a este paciente su médico especialista le ha modificado ya varias veces su tratamiento buscando siempre el más avanzado, el mejor, ese que apenas tiene efectos secundarios y presenta una tasa de curación de en torno al 90% pero que no acaban de recetarle.

 

Como tantas personas, este hombre que prefiere solo aportar sus siglas, está desesperado, sobre todo porque con los medicamentos de última generación se le ha abierto la puerta de la salvación ante una enfermedad que mata poco a poco a estos enfermos.

 

Pero la desesperación también la está perdiendo por los anuncios de las administraciones sanitarias, y es escéptico sobre el último acuerdo por el que el Gobierno ha ofrecido a las comunidades autónomas un plan por el que les adelanta el dinero para sufragar el coste de los nuevos medicamentos de última generación para la hepatitis C.

 

Como relató él mismo a Efe, la desesperación ha llevado a R.F.A. a plantearse acampar en huelga de hambre ante la puerta principal del Hospital Clínico de Santiago de Compostela para reclamar la medicación que ya tiene prescrita, a demandar al Servizo Galego da Saúde (Sergas), o a viajar hasta India a tratarse de la enfermedad que padece.

 

"Es paradójico -admite- que un ciudadano español de uno de los países del mundo que se vanagloria de tener una de las mejores sanidades públicas esté planteándose seriamente viajar a un país en el que la inmensa mayoría de la población vive en la miseria para tratarse la hepatitis C con los tratamientos más avanzados". La razón es simple de entender.

 

La Oficina de Patentes india ha negado al laboratorio californiano Gilead el monopolio sobre la cura de la hepatitis C con Sofosbuvir, la molécula que comercializa con la marca Sovaldi, y le ha negado la exclusividad al defender que pequeñas modificaciones en la molécula no le dan derecho a una patente.

 

El caso es que mientras en España puede llegar a costar en torno a 25.000 euros el tratamiento de 12 semanas, un precio que puede alcanzar los 43.000 euros si se prescribe combinado con otros antivirales, en India el tratamiento con Sofosvubir es hasta 45 veces más barato que el fabricado por la empresa estadounidense.

 

La Oficina de Patentes india ha abierto la puerta para que laboratorios de medicamentos genéricos puedan sacar al mercado el fármaco. R.F.A. entiende, en cambio, que la Administración sanitaria en España está dejando "en muy mal lugar a los médicos".

 

"Ellos (los médicos) te recetan el mejor medicamento y el más avanzado porque están legitimados para hacerlo y porque a los pacientes ya no se la puedes colar; hoy la gente está informada y sabe que existen tratamientos de última generación aprobados", sostiene. Familiares de R.F.A., según cuenta él mismo, han viajado recientemente a India y se han informado de trámites y precios en el caso de que decida viajar hasta allí.

 

"Si todavía no me he ido es porque tengo un hijo pequeño del que he de hacerme cargo y porque aún confío en que el tratamiento llegue a tiempo", dice con resignación a sabiendas de que algún paciente al que se le ha prescrito el fármaco el verano pasado y se lo recetaron cuatro meses después no le ha servido de nada, desgraciadamente. R.F.A. sabe de qué habla. Su mujer falleció de una enfermedad hepática hace ahora cuatro años

 

La desesperada espera por el tratamiento de un enfermo de hepatitis C