Con motivo del Día Mundial de Melanoma (cáncer maligno de piel), que se se conmemoró este martes 23 de mayo, el Colexio de Podólogos de Galicia (COPOGA) quiere llamar la atención sobre una variante, poco frecuente, que surge en los pies, el melanocarcinoma lentiginoso acral (MLA). Se trata de un melanoma o cáncer de piel agresivo que es diagnosticado con retraso, en muchas ocasiones, por afectar a una zona poco examinada como son los pies.
Esta patología es una variedad de melanoma maligno cutáneo, que tan solo representa el 1% de todos los casos de la enfermedad. A pesar de su baja incidencia – 1 de cada 100 casos–, esta enfermedad implica el 80% de las muertes relacionadas con esta tipología de cáncer. Su pronóstico suele ser peor debido a la agresividad de este tumor, la tardanza en el diagnóstico o a un primer diagnóstico erróneo, ya que suele confundirse con lesiones vasculares y úlceras, verrugas, pie de atleta o nevus (vulgarmente conocidos como lunares).
Según indican los podólogos, las partes del cuerpo que generalmente se ven afectadas por el melanocarcinoma lentixinoso acral son las palmas de las manos, las regiones ubicadas debajo de las uñas o subungueal y las plantas de los pies, siendo estos últimos las zonas más frecuentes. Por otra parte, el sector de la población más afectado por esta patología se sitúa en varones, en edades superiores a los 60 años y la raza pasa a ser un factor determinante, pues se dan más casos de MLA en los pies en personas con piel oscura.
Dermatoscopia y biopsia, herramientas para su diagnóstico
En cuanto a su diagnóstico, se pueden emplear varias herramientas. El COPOGA destaca que la más básica es el protocolo de valoración de lesiones ABCDE (asimetría, bordes irregulares, color variado, diámetro mayor de 6 milímetros y evolución, es decir, si se percibe algún cambio) y la observación de otras alteraciones en la piel como puede ser el picor, inflamación, úlceras o erosiones. Sin embargo, este procedimiento, al igual que la biopsia, se hace complicado si envuelve pies o uñas. Señala que otros instrumentos para su detección son la dermatoscopia, que permite diferenciar las estructuras benignas y malignas que se puedan encontrar en la piel, o el estudio histológico, mediante el cual se observa la estructura, desarrollo y funciones de tejidos y células vivas.
Por la peligrosidad de esta variedad de melanoma, el podólogo debe permanecer en continua alerta ante cualquier lesión dérmica sospechosa en las extremidades inferiores. El protocolo de actuación ante la sospecha de un melanoma es la realización de pruebas, en primer lugar, que suponen un menor riesgo de diseminación para el paciente, dejando en última estancia las técnicas más agresivas. “Se hará una inspección visual y una dermatoscopia, que permite ver en un tamaño aumentado las estructuras de la epidermis y, de este modo, ver posibles irregularidades en su estructura” –explica el presidente del COPOGA, Juan Dios–.
Sin embargo, la única manera de diagnosticar con precisión esta patología será mediante una biopsia, que consiste en la extracción, total o parcial, de la lesión sospechosa. Se puede realizar por punción, en la que se extrae un fragmento redondo de piel con una cuchilla circular; por escisión, con una extirpación completa junto con un pequeño borde de piel de aspecto normal; y, finalmente, por incisión, donde sólo se extrae la parte más irregular para analizarla en el laboratorio.
De este modo, tras realizar un diagnóstico y obtener el informe anatomopatolóxico corresponsal acerca del estadio en el que se encuentra la lesión, el podólogo se plantea el plan quirúrgico idóneo, aunque también puede derivar el caso al área de oncología. En este tipo de procedimientos, extirpará la lesión completa más un área de seguridad, que depende de la evolución, profundidad y tipo de lesión, preservándose la mayor cantidad posible de tejido sano. Después, se deben seguir los controles médicos periódicos pertinentes para detectar cualquier posible recidiva.
El Colexio señala que el diagnóstico precoz es esencial para tener un pronóstico lo más favorable posible, siendo esta una razón más para visitar al podólogo/a por lo menos una vez al año, ya que las plantas de los pies son zonas que no controlamos visualmente con regularidad, y como especialista sanitario los pueden diagnosticar esta y otras patologías, ayudándonos a prevenir complicaciones.
Crema de alta protección para evitar quemaduras en la zona del empeine
El Colexio de Podólogos de Galicia señala que es conveniente proteger los pies del sol y de las superficies calientes. En contra de lo que puede parecer, los podólogos indican que suelen producirse más quemaduras en los pies por falta de crema que por pisar arena o suelos recalentados, aunque en el caso de la playa es aconsejable caminar por la arena húmeda a la orilla del mar. Para la protección de los pies hay que usar crema solar. Normalmente, los pies deben llevar una protección más alta que el resto del cuerpo ya que no están acostumbrados a que les dé el sol, al pasar el resto del año tapados por el calzado. Así, los podólogos gallegos aconsejan usar protección solar principalmente para proteger de los rayos ultravioletas la parte de arriba del pie, es decir la zona del empeine, y evitar quemaduras solares que puedan evolucionar en lesiones malignas como el MLA.