sábado. 20.04.2024

El religioso José Manuel Iglesias Pérez, administrador de Catedral de Santiago desde 2002 hasta febrero de 2011, ha señalado hoy en la tercera sesión de la vista oral en la que se juzga el robo del Códice Calixtino que el electricista al que se acusa lo amenazó con que sería agredido.

 

Manuel Fernández Castiñeiras quería ser trabajador fijo del templo, pero Iglesias Pérez no lo consideró jamás un hombre de confianza, "de la casa", y él mismo se opuso a que alcanzase esta condición, y, después de que la Catedral renunciase a ello, tuvo que pasar, según su versión, por el hecho de que Manolo, como se le conoce, le dijese que le darían una paliza porque había pagado 300 euros "a un marroquí".

 

Iglesias Pérez ha relatado cómo vivió aquello: "Lo tomé un poco a broma, pero un día, entrando yo en la sacristía, me vino un señor de apariencia marroquí, efectivamente, y me preguntó si yo era el administrador. Le dije que sí, y me dijo, con usted tengo yo que hablar, arreglar ciertas cuestiones un día de estos. No volvió". Ahí se quedó la cosa, en base a su relato, y en otra ocasión se encontró con Manuel Fernández Castiñeiras "vestido de faena" y con un "palo en la mano" avisándole de que no saliese a decir misa o "iba a haber sangre".

 

Tampoco fue a más, y la frase que más escuchó es que conocía sus "hábitos de vida". José Manuel Iglesias Fernández, que compareció en el juicio en calidad de testigo, notó que desapareció dinero de la caja fuerte, que estaba en su despacho personal, en 2003, y de ello informó al archivero y más tarde deán, José María Díaz Fernández, pero no al cabildo, con la confianza de que tarde o temprano sería descubierto el autor de estos "desfases".

 

En agosto de ese año se hizo un arqueo a modo de comprobación y en 2010 se instaló una cámara de vigilancia, la cual temporalmente estuvo sin funcionar. También traspasó casi todo el dinero a otra caja y solo dejaba en ésta "pequeñas cantidades" y monedas de otros países a modo de cebo. El entonces administrador estaba convencido de que alguien más tenía otras llaves, y de hecho identificó "con total seguridad" una copia encontrada en los registros a Fernández Castiñeiras, del que sospechaba por su trayectoria en el Seminario Mayor, en una empresa anterior y por un robo en la Corticela. Si cuando faltó el Códice Calixtino, en julio de 2011, no habló de las ausencias de dinero, fue porque esa pregunta los investigadores no se la hicieron.

 

El exadministrador dice que el electricista lo amenazó con que sería agredido