jueves. 28.03.2024

Ella se llamaba Diana, recién estrenaba la mayoría de edad y estaba, como en el lenguaje coloquial se dice, hundida en un pozo porque había suspendido una asignatura, al igual que un compañero suyo, el último con el que habló. Pero nadie hubiese imaginado que esa chica dispuesta a echar el resto terminaría sus días en uno por un desalmado que la acechó.

 

"Para que nunca más le hagan una brutalidad así a una mujer", ha gritado Valeria Quer en el minuto de silencio con el que este sábado ha honrado en la compostelana plaza del Obradoiro junto a su padre, Juan Carlos, la memoria de su hermana mayor, cuyo crimen se está juzgando en la capital gallega con un único encausado, José Enrique Abuín Gey, alias El Chicle.

 

"Nos sentimos súper arropados, lo que más feliz nos hace ahora mismo es que estéis aquí por mi hermana", ha dicho esta chica sobrecogida, pero todavía con el suficiente resuello para espetar: "Por las mujeres, por la protección... Gracias por darnos cariño, apoyo, todo". Junto a ella, su progenitor ha dado las gracias al pueblo español, al gallego, por la solidaridad, respaldo y cariño y ha invitado a todo el que quiera a ir a Galicia porque "este individuo es un hecho aislado al lado de la bondad de tanta gente buena de aquí". "Fuerza", "ánimo", "estamos con vosotros", han escuchado ambos, mientras se han sucedido los abrazos, los besos y muchísimas más palabras de ánimo.

 

Juan Carlos Quer ha incidido en su batalla, la de la prisión permanente revisable, porque hay que hacer una gran labor educativa, ha afirmado, pero ha apostillado que una cuestión no es incompatible con la otra. Que nadie pueda volver a cometer actos tan brutales de violencia contra la mujer, ha reclamado, al igual que Valeria, y de nuevo ha citado a Diana para remarcar que por desgracia "nunca nadie le va a reponer la vida" pero la condena de este "depredador" sí ha de ser una "certidumbre para la sociedad". "Que nuestras hijas puedan circular con libertad. Gracias", ha terminado y, entre los presentes, como en ellos, llanto contenido y lágrimas desgarradoras. El juicio por el crimen de Diana Quer ha llegado a su ecuador, y tras una semana en la que han declarado el único sospechoso, José Enrique Abuín Gey alias El Chicle, así como los propios padres de la víctima, Juan Carlos y Diana López-Pinel, en la entrante será el turno de la prueba pericial. Más de tres años después de ese crimen, El Chicle ha admitido en sede judicial y ante las nueve personas que conforman el jurado popular que fue él la persona que mató a Diana. No obstante, sigue sosteniendo que de forma accidental. Así las cosas, en la primera jornada del juicio ha dicho que el día del suceso fue con dos garrafas a robar gasóleo de unos camiones e inmediatamente después vio a Diana Quer. Por miedo a que le delatara, según su versión, la agarró por el cuello sin darse cuenta de la presión que hacía y se produjo ese desenlace. Una teoría desbaratada en una de las sesiones iniciales. Nadie en A Pobra, donde se celebraba la fiesta del Carme dos Pincheiros, fue víctima esa noche de ningún robo de combustible. Frente a esa tesis de un homicidio imprudente, las acusaciones -pública y particular- consideran que el acusado actuó sí, de manera premeditada. Es decir, primero raptó a la adolescente, luego abusó de ella para al final estrangularla con la brida que apareció anudada a su pelo y, tras ello, lanzó a un pozo su cuerpo lastrado con dos bloques que sumaban algo más de 18 kilos de peso. En ese lugar, permaneció Diana 496 días. Casi medio millar de jornadas que fueron de inmenso “dolor” para una familia “destrozada” por tan horroroso crimen. Del estrecho pozo escondido en la nave de Asados (Rianxo) la sacaron los agentes de la Guardia Civil que testificaron en la última jornada de la vista y que recordaron con horror aquella mañana del 31 de diciembre en la que vieron una imagen “imposible de olvidar”, según su propio testimonio. Una estampa de las que queman la retina. La postura “completamente antinatural”, muy rígida y con las piernas extrañamente abiertas en la que hallaron el cadáver demuestra, para todos los expertos que han comparecido en sala, que la chica murió "tras una situación de shock grande" que le generó un gran “pánico”. El tribunal del jurado observó desencajado la grabación hecha con la cámara subacuática, registro gráfico que el procesado no miró, ni una sola vez. Durante esta primera semana de juicio, El Chicle únicamente fue capaz de ojear de frente a las personas que en su día estaban a su lado, su ex mujer y amigos, y que llegaron a ofrecer una coartada para aquella noche de verano al no considerarlo capaz de realizar tal “animalada”, pero que hoy en día ya no confían en su inocencia. Su ex pareja, Rosario, nunca creyó que el entonces su marido fuese el culpable de la desaparición de la chica madrileña, pero ahora, después de todo lo ocurrido, sí está segura de que El Chicle mató a Diana y de que "lo hizo todo solo, claro", tal y como ha enfatizado en sala. Otro de sus amigos hizo un demoledor retrato sobre la costumbres y el comportamiento hacia las mujeres de El Chicle. Según la versión del hombre que había sido su compañero de fiestas, a Abuín Gey le gustaban “todas” las mujeres pero especialmente, delgadas, jóvenes, morenas y de pelo largo. Como Diana Quer.

Se llamaba Diana