jueves. 21.09.2023

El periodista gallego Manuel Silva García ha publicado "De profundis", un ensayo sobre el silencio de Dios en el mundo, en el que, imitando a Job, le pregunta por qué a tanta gente buena le ocurren tantos males y desgracias, mientras que muchos malvados gozan de bienes, placeres y poder.

            Silva precisa que el título del libro --editado en Santiago por Andavira, con ilustración de portada de Ramón Irago y prólogo de Manuel Lombao-- lo tomó prestado del autor del salmo 130 quien, "desde lo más profundo de su alma, clama a Dios y le suplica que sus oídos estén atentos a la voz de su súplica".

            Tras señalar que en este libro se siente "como un pequeño Job del siglo XXI", justifica su interrogatorio a  Dios en que también el 'Santo de la impaciencia' -que era justo y buena persona- , al verse acorralado por las desgracias que le estaban ocurriendo, se dirigió a Yahvé para, incluso, maldecir el día en que nació, expresándole su deseo de no haber existido y de ser "llevado del vientre de su madre al sepulcro".

            Entre otras cuestiones, el autor  del libro le pregunta a Dios su parecer sobre los niños que mueren en pateras en las costas del Mediterráneo. En este sentido, recuerda como los países ricos de Europa se dirigieron, en su día, no como emigrantes, sino como prepotentes conquistadores -con cruz y espada- a los pobres continentes de África, Asia y América para apoderarse de sus ricos yacimientos. Y, ahora, cuando muchos de sus habitantes llegan moribundos y hambrientos en pateras a nuestras costas y fronteras, Europa se encoge de hombros y mira para otra parte.

            También le pregunta si Hitler y los millones de abrasados en los hornos crematorios de sus campos de concentración comparten o no el mismo cielo. Y asegura que se le encoge y congela el alma al ver la criminal agresión de Putin sobre el pueblo ucraniano, y se muestra conmovido al ver cómo el volcán de la isla de La Palma arrasó   cosechas y colegios, casas y capillas.

            Reclama, asimismo, su opinión sobre los religiosos que abusaron y abusan sexualmente de sus indefensos alumnos y le pregunta si comparte las condenas de los jerarcas de la Iglesia a los promotores y seguidores de la Teología de la Liberación.

            El libro también recoge una larga carta, supuestamente firmada por Dios, en la que,  al responder a las cuestiones planteadas por el autor, afirma estar de acuerdo con él en muchas de sus inquietudes, a la vez que da algunas pistas sobre su presencia y la actuación del Cristianismo y de los cristianos en el mundo.

            Manuel Lombao abre su Prólogo de este libro diciendo: "Con el muy alto bagaje histórico, filosófico, teológico y periodístico que posee, Manolo Silva  García puede permitirse abrir este libro con una “Carta a Dios Padre” y clamarle desde lo más profundo. Desde el “¿Por qué me has abandonado?”  al “Silencio de Dios", las dudas y las preguntas recorren desde la Biblia y el libro de Job hasta las masacres de las guerras, las muertes de los niños migrantes, los escándalos de la Iglesia y los abandonos y muertes de los mayores por la Pandemia del Covid en las Residencias en 2021. Con las entradas:” “Me quejo y pregunto” y “ Se me cae el alma con”, sospecho que muchos lectores compartirán esas dudas y preguntas".

            Manuel Silva García (Moldes-Melide, A Coruña) es periodista. Está licenciado en Ciencias de la Información y diplomado en Filosofía y Teología. Tras dedicarse cinco años a la docencia y formación de jóvenes en Lugo, en 1975 ingresó en la Agencia EFE, de la que fue Delegado en el País Vasco y en Navarra, donde en 1983 fue elegido presidente de de la Asociación de la Prensa de Pamplona. En Madrid fue responsable de Información Parlamentaria, jefe de la sección de Sociedad, reactor-jefe y subdirector del Departamento de Nacional, director de los Departamentos de Gráfica y Reportajes, así como asesor de la Presidencia de EFE.  Es autor de varios libros, la mayoría de poesía.

Manuel Silva publica "De profundis", un ensayo sobre el silencio de Dios