viernes. 29.03.2024

A la familia de Déborah Fernández, cuya pista se perdió el 30 de abril de 2002, y que fue hallada desnuda y sin vida en una cuneta diez después, se le acaba la paciencia; tanto que promete “guerra” si no se producen avances en la instrucción del caso de manera inminente.

“Como no empiecen a espabilar en septiembre empieza la guerra”, ha dicho a Efe Rosa Fernández-Cervera, hermana de la víctima y habitualmente portavoz de la familia.

“Si no empieza a haber movimientos de resoluciones, pruebas biológicas, no dudaré en usar la información que tengo para acreditar lo que estoy diciendo”, ha añadido.

El caso de Déborah es bien conocido, no en vano está a ocho meses de prescribir tras casi 20 años en los juzgados y en los medios de comunicación sin que se atisbe aún el final.

Déborah era una joven de 21 años que salió a correr y nunca más regresó a casa. Diez días después una mujer descubrió su cadáver desnudo en una cuneta a más de 40 kilómetros de donde fue vista con vida por última vez.

La Policía halló restos de semen en su zona genital y en un preservativo tirado en el suelo pero desde el principio descartó la hipótesis de una agresión sexual, inclinándose por considerarlo parte de un montaje plagado de pistas falsas para desorientarlos.

La autopsia señaló como causa del fallecimiento la asfixia, sin concretar si pudo ser provocada, pues no se apreciaron lesiones ni indicios de estrangulamiento en el cadáver, y también apuntó a la posibilidad, aunque remota, de una muerte súbita.

Tras muchos años sin avances en el caso, la familia solicitó el pasado marzo al Juzgado número 2 de Tui la exhumación del cuerpo de la joven para que fuese examinado por médicos forenses y se pudiesen buscar restos de ADN de terceras personas.

Para ello presentó un Informe Médico Legal Pericial suscrito por un prestigioso médico especialista en medicina legal y forense que determina “con una certeza moral, matemática y jurídica” que “estamos ante una muerte violenta de etiología médico-legal homicida por anoxia anóxica” y que excluye la posibilidad de la muerte súbita.

El juzgado autorizó la exhumación a principios de mayo y un par de semanas después tuvo lugar en el cementerio vigués de Pereiró.

En el cuerpo de la joven se conservaban las uñas, bajo las que se halló un pelo y unas fibras, todo lo cual está siendo analizado en Madrid en busca de ADN que pueda conducir la investigación hacia algún sospechoso, aunque de momento la familia no ha tenido más noticias.

Tampoco de un disco duro en manos de los forenses informáticos de la empresa Lazarus Technology, y en cuyo resultado cifra también sus esperanzas la familia de que aparezca alguna nueva pista que impulse el caso.

“Estoy hasta la coronilla, muy hastiada, porque somos nosotros los que ponemos todos los recursos pero ni así nos tienen en consideración”, explica Rosa.

De hecho, a finales del mes pasado la familia, mientras pedía que se agilizasen los trámites, encargó un informe criminológico sobre el caso a un despacho de Madrid, Balfagón y Chippirtras.

Tres días después, el 29 de julio, la Sección 2ª de la Audiencia Provincial de Pontevedra ordenó investigar algunos restos que aparecieron junto al cuerpo de la joven en 2002, atendiendo al recurso de la familia a la denegación del análisis por parte del juzgado de Instrucción de Tui.

Se trata de una cuerda, flores que cubrían el cuerpo y algunos posibles pelos y saliva que según la Audiencia son susceptibles de ser analizados a la luz de los avances tecnológicos que se han producido en los últimos 20 años.

"Resulta inaudito que el Ministerio Fiscal se oponga de modo reiterado a cuantas pruebas se proponen por los letrados de la familia sin que, por el contrario, proceda el fiscal a solicitar práctica de prueba alguna”, señaló la familia en un comunicado.

La familia acaba de presentar escrito pidiendo nuevas pruebas, perpleja de que la juez instructora del caso se niegue a oír en declaración al autor del Informe Médico Forense que descarta la muerte súbita porque “no se ha dirigido el procedimiento contra ninguna persona”, que es lo que espera la familia que suceda.

"Están dejando que corra el tiempo para que esto pase y darnos una palmada en la espalda", explica Rosa, quien señala que “las cosas del pasado parece que en este país no interesan”.

El caso, si no se producen avances, habrá prescrito en cuestión de meses, pero, como no ha dejado nunca de hacer, la familia seguirá avanzando contra viento y marea para tratar de encontrar a la persona culpable de la muerte de Déborah, convencidos de que fue asesinada.

Por el momento, como explica Rosa, “todo sigue igual”, y los familiares y amigos de Déborah permanecen “pendientes de resoluciones, del ordenador, del ADN”, pero con su paciencia tan al límite que prometen "guerra" si nada cambia.

“Si la investigación inicial fue una chapuza, que al menos tengan la decencia de hacer lo imposible por solucionarlo”, concluye Rosa.

La familia de Déborah promete “guerra” si no se avanza en la instrucción