La hermana tierra “clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella”, escribe el Papa al comienzo de la encíclica Laudato si.
La hermana tierra “clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella”, escribe el Papa al comienzo de la encíclica Laudato si. “Hemos crecido, sigue diciendo, pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla”.
Y es que es cierto que en los últimos dos siglos, esta lógica ha provocado una degradación del medioambiente sin precedentes. Nos hemos instalado en un modelo productivo insostenible hasta llegar al borde mismo de un punto de no retorno, de un cataclismo universal.
“La humanidad del período posindustrial quizás sea recordada como una de las más irresponsables de la historia”, afirma Francisco en la encíclica. A nuestra generación, le toca elegir si desea seguir por esa senda, u opta por “ser recordada por haber asumido con generosidad sus graves responsabilidades”.
El cambio es posible, piensa el Papa, que pese a exponer oscuros diagnósticos sobre el momento actual, nunca pierde la esperanza en la capacidad del ser humano de regenerarse y enmendar sus errores.