sábado. 08.02.2025

Adolescentes musculitos: cuando el espejo pesa más que las pesas

En esta tierra de cachelos, lacón y buena empanada, siempre hemos sabido que la fuerza viene de trabajar la tierra y no de levantar hierros.

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En esta tierra de cachelos, lacón y buena empanada, siempre hemos sabido que la fuerza viene de trabajar la tierra y no de levantar hierros. Pero ahora, resulta que tenemos adolescentes-niños que, en vez de soñar con el último juguete o con una tarde de bici, andan obsesionados con tener bíceps como los de Popeye, aunque no hayan visto una espinaca en su vida.

Lo de los anabolizantes a los diez años parece un chiste malo, pero no. Ahí están los pequeños, peleándose con las pesas como si fueran sacos de patatas y mirando tutoriales en internet para hacerse "ciclos". Y no hablamos de las bicicletas, ojo, sino de esas cosas químicas que ni la industria de las conservas entendería.

¿Y quién tiene la culpa? Pues las redes sociales, ese escaparate del postureo donde los chavales ven gente con músculos de cartón piedra y piensan: "Yo quiero ser así". Pero claro, a ellos nadie les cuenta que detrás de esas fotos hay más filtros que en una fábrica de licor café. Antes, los niños querían ser astronautas o veterinarios. Ahora quieren ser "influencers fitness". Lo que hay que ver.

Pero aquí va la pregunta clave: ¿dónde están los padres? Porque una cosa es animar al niño a moverse un poco (que tampoco vamos a defender que se apalanque jugando a la consola todo el día), y otra es dejarle levantar pesas cuando aún no levanta ni la tapa del inodoro. Quizás sea hora de recordar que un crío saludable no necesita músculos de culturista, sino correr por el monte, subirse a los árboles y llegar a casa con las rodillas llenas de barro.

Y luego están esas dietas milagrosas que circulan por internet. Adolescentes que antes se tomaban un bocadillo de chorizo para merendar, ahora pesan el arroz y cuentan las calorías como si fueran economistas del banco mundial. Lo de disfrutar de la comida parece cosa del pasado. Si Rosalía de Castro levantara la cabeza, se desmayaba.

Lo dicho: que cada uno haga lo que quiera, pero aquí somos más de fuerza bruta en la vendimia que de obsesionarse con abdominales en el espejo. Así que, pequeños gallegos del futuro, dejad de mirar tutoriales para levantar pesas y venid a la aldea a recoger leña. Eso sí que es un ejercicio completo. Y, de paso, os invitamos a un buen cocido. Que no será muy "fit", pero nunca defraudó a nadie.

Adolescentes musculitos: cuando el espejo pesa más que las pesas