Ah, las bajas laborales, ese fenómeno que parece haber encontrado su época dorada. En los últimos años, los números se disparan y las tertulias se encienden. Hay quien dice que somos una panda de comodones que buscan cualquier excusa para quedarse en casa. Otros lo ven como una señal de una sociedad cada vez más frágil. Pero, seamos claros, ¿quién no disfrutaría de un par de días de "autocuidado" bien merecidos?
Lo que antes era motivo de orgullo –arrastrarse al trabajo con fiebre y una manta eléctrica al cuello– ahora se ve como irresponsable. Y con razón, porque entre virus, estrés y un sistema inmunitario que pide la jubilación anticipada, ¿qué sentido tiene empeorar las cosas? Pero claro, eso no quita que alguno se pase de listo. Porque sí, siempre hay un "creativo" que, de repente, descubre que tiene alergia al aire acondicionado de la oficina o que el teclado de su ordenador le produce migrañas.
Algunos culpan al cambio de valores, como si levantarse cada mañana para sudar la camiseta fuera un mandato divino. Antes, trabajar hasta caer rendido era casi un deporte olímpico. Hoy, ese afán por el sacrificio parece haberse trasladado a Instagram, donde presumir de lo ocupados que estamos acumula más likes que un vídeo de gatitos. ¿Y las bajas? Bueno, ahora son el equivalente moderno de "salvar la salud mental". Un término tan amplio que igual sirve para curarte de un resfriado como para superar la enésima reunión por Zoom.
Y hablemos del "sistema", ese gran villano de la película. En lugar de fomentar ambientes laborales más sanos y llevaderos, seguimos inmersos en un bucle de presión y productividad tóxica. ¿Qué esperaban? Si quemas al personal, alguno pedirá la baja. O el café para llevar.
Eso sí, no nos olvidemos del clásico: "Si alguien quiere una baja, la consigue". Ah, la frase que resume una parte de nuestro ADN colectivo, porque, admítelo, todos conocemos a alguien que se ha cogido una baja por un "dolor de espalda" que curiosamente desaparece cuando llega el viernes por la tarde. Pero oye, no juzguemos, que cargar con el peso de la vida moderna no es moco de pavo. Literalmente.
Así que aquí estamos, debatiendo si las bajas laborales son una necesidad o una excusa. Tal vez ambas cosas. Porque, al final, todos necesitamos un respiro, ya sea de la oficina, de los problemas o, seamos sinceros, de los compañeros de trabajo que mastican demasiado fuerte. Y mientras tanto, que siga la fiesta de los partes médicos. Total, alguien tiene que mantener viva la industria del Netflix.