No hace falta ser muy ducho en economía o en gestión pública para saber que las ayudas directas y universales las carga el diablo. Sin embargo es (mala) costumbre de nuestros gobernantes, y en esto no distingo el color político, ofrecerlas generosamente como un modo de agasajar al pueblo. Ya ocurrió hace años, por ejemplo, con aquel cheque bebé que concedía la Xunta y que podía recibir de igual manera el hijo de una familia sin recursos que Marta Ortega, ya la que única condición que se exigía para solicitarlo era residir en Galicia y haber tenido descendencia.
Pues bien, otro tanto ha ocurrido ahora con el llamado bono social eléctrico. Es cierto que para su obtención sí que se exigían una serie de requisitos relacionados con la renta pero había una rendija por la que algunos caraduras insolidarios y sin escrúpulos han conseguido colarse y conseguir una ayuda que no debía corresponderles. Ese coladero era la condición de familia numerosa.
Bastaba acreditar que se tenían 3 hijos para que automáticamente el bono en cuestión fuera concedido. Poco importaba que, como en los casos descubiertos del número dos de Ayuso, Enrique Ossorio, de la líder de Más Madrid, Mónica García, del secretario general del PP de Madrid, Alfonso Serrano; o del coordinador de Vox en la capital madrileña, Javier Viviente, estas personas cobrasen miles y miles de euros, en su mayoría de las arcas públicas.
Y es que una cosa es predicar y otra bien distinta, dar ejemplo. Estamos acostumbrados a ver todos los días como a miembros de los dos partidos del Gobierno se les llena la boca con palabras grandilocuentes en torno a la solidaridad, el apoyo a los más vulnerables, el límite de los precios del alquiler, la fiscalidad progresiva o el que paguen más los que más tienen, por citar solo algunos de sus tema recurrentes.
Pero, ¿saben Pedro Sánchez o Yolanda Díaz que los bancos cobran comisiones de mantenimiento y administración, precisamente a los más vulnerables, a los que menos depósitos tienen? Se lo pregunto porque son tantas y tantas las cosas de las que están demostrando un absoluto desconocimiento, que no me extrañaría que carecieran también de esta información. Y, en el caso de que si la conocieran, entonces, sus acciones son del todo incongruentes con su discurso.
Si ustedes aseguran que quieren dotar de ayudas a los más necesitados, primero, no las concedan a discreción para que quien no las precisa no tenga opción a ellas y, segundo, no consientan que entidades privadas pero sobre las que se ejerce una severa reglamentación mantengan este tipo de comisiones que, ya digo, no penalizan a quienes más tienen sino todo lo contrario, a quienes de menos disponen. Máxime, cuando a día de hoy disponer de una cuenta bancaria es un requisito obligatorio e imprescindible, por ejemplo, para cobrar una nómina o una pensión o para cualquier tipo de transacción comercial.
Creo que con la situación económica que se nos está viniendo encima, un partido que se autoproclama socialista debería ser más cuidadoso con estos temas y contar las cosas como realmente son y no como se ven desde esos mundos de fantasías que nuestras élites habitan. Y desde el que, por encima, se aprovechan de lo que no les corresponde.