viernes. 29.03.2024

Hay que relajar no asfixiar

TRAS AÑO y medio de pandemia han sido muchos los países de nuestro entorno, países con los que competimos y con los que nos podemos comparar, que se han dado cuenta de que lo corresponde en este momento es reducir la carga impositiva, tanto a los ciudadanos como a los empresas. Es lo razonable, por otra parte.

jose-luis-vilanova-p

TRAS AÑO y medio de pandemia han sido muchos los países de nuestro entorno, países con los que competimos y con los que nos podemos comparar, que se han dado cuenta de que lo corresponde en este momento es reducir la carga impositiva, tanto a los ciudadanos como a los empresas. Es lo razonable, por otra parte.


En España, por desgracia, el Gobierno aún no ha llegado a esa conclusión y, salvo alguna maniobra que tiene más de artificio que de efectividad, como pudo ser la puntual reducción del IVA del recibo eléctrico, esa carga impositiva so solo se mantiene sino que en muchos casos se ha incrementado.

Un incremento de fiscalidad que puede ser directo, como la subida de determinados impuestos y cuotas para autónomos y empresarios; o indirecto, como puede ser todo que el Gobierno recauda de más con la subida, por ejemplo, del precio de los combustibles y del resto de los suministros.


Esta mayor presión impositiva unida al incremento de los costes que ya está conllevando –y que aún va a conllevar en mucha mayor medida- el aumento de la inflación provoca que al final los márgenes (esos sí que no se incrementan) no sean suficientes para mantener un negocio.

Lo estamos comprobando en estos últimos días en lo que está pasando con el sector del transporte. Las empresas y autónomos del sector, completamente asfixiados por la brutal presión que sobre ellos se ejerce (impuestos a las personas y a los vehículos, carburantes, gastos fijos, suministros…) han llegado a una situación insostenible, hasta el punto de que han convocado una huelga para los días 20, 21 y 22 de diciembre.

Los transportistas, un sector que fue esencial durante el confinamiento y en los primeros meses de la pandemia y que nunca hasta la fecha había pedido nada, dicen ahora sentirse "abandonados" y completamente desprotegidos. Y eso es lo que no se puede consentir por parte de quienes tienen el mando de la situación. Señores gobernantes, de lo que se trata es de relajar, no de asfixiar al personal ni a las empresas. Y por eso otros países han dado un paso para otorgarles un respiro. Pero aquí no, aquí se sigue apretando y apretando la tuerca hasta que reviente y el sistema se vaya al carajo.

No se puede consentir que una persona que está trabajando, llámese transportista, hostelero, comerciante o lo que sea, trabaje y trabaje hasta la extenuación para perder cada mes lo menos posible. Porque lo de ganar algo, en estas condiciones y con estos gastos, ya no hay quien se lo plantee.


Esta situación es del todo punto insostenible y puede llevar a nuestro país a un enorme colapso. Y no me parece un riesgo menor. Los transportistas han sido los primeros en llamar la atención a cerca de que la situación ha llegado al límite. Pero estoy convencido de que detrás de ellos llegarán otros muchos más. Se avecinan tiempos difíciles. Quizá la postpandemia no vaya a resultar tan feliz como nos la prometíamos.

Hay que relajar no asfixiar