Por su trascendencia, sus repercusiones y su capacidad de condicionar el presente y el futuro, el tema de la logística y de los desplazamientos (ya sean por carretera, por aire o por vía férrea) siempre ha sido uno de mis caballos de batalla. Y es que el asunto, lo merece.
Sostengo, sin temor a equivocarme, que las deficiencias en cuestiones logísticas que Galicia ha soportado históricamente –y que sigue soportando, a pesar de algunas mejoras- lastran de forma determinante nuestra economía y son las culpables, en gran medida, de que nuestra comunidad no haya podido aún converger con el resto de los territorios españoles y se torne todavía más inalcanzable la convergencia con el resto de Europa. Porque estoy convencido de que si Galicia pudiese jugar con las mismas cartas que el resto de las comunidades, vería como su PIB se incrementaba de manera considerable y dejaríamos de estar a la cola en los rankings de riqueza.
Se cumple estos días el 25 aniversario de la decisión del actual trazado del AVE a Galicia. Se cumplen también, por tanto, 25 años de una de las afrentas y marginaciones más grandes y con más graves consecuencias que ha sufrido la provincia de Pontevedra.
Hace 25 años, cuando aún estaba dando mis primeros pasos al frente de asociaciones empresariales, yo ya denuncié que lo que se iba a acometer tendría nefastas consecuencias para nuestra provincia. Expliqué cuantas veces tuve ocasión que la entrada del AVE a Galicia tendría que ser a través de Ourense, Vigo, Pontevedra, Santiago y A Coruña. La «solución en L» como se le llamó entonces, en lugar de la «solución en T», que fue la que finalmente se ejecutó y que, de forma absolutamente antinatural desvía el trazado ferroviario desde Ourense para dirigirlo a Santiago, obviando a la ciudad más poblada de la comunidad y a su capital de provincia.
A modo de pobre consuelo nos vendieron la construcción de un trazado que uniría Santiago con Vigo, pero no deja de ser del todo absurdo que para ir a Madrid los vigueses o los pontevedreses tengamos que subir primero hasta Santiago.
Por no citar otros efectos colaterales derivados de aquella pésima decisión, como fue el hecho de dejar fuera del mercado ferroviario a todo el norte de Portugal, que de haber tenido un trazado directo desde Vigo a buen seguro que elegirían este medio de transporte para desplazarse a la capital de España.
Pues bien, ha pasado un cuarto de siglo y hoy a nadie se le escapan los penosos resultados de aquella decisión, tomada en buena medida por personas incompetentes para la cuestión, que se dejaron guiar exclusivamente por criterios localistas y afinidades políticas. Es más, las consecuencias que ese lastre logístico ha acarreado para la provincia de Pontevedra se agravan aún más si tenemos en cuenta los muchísimos beneficios que una conexión directa nos podría haber dado en estos 25 años. Donde está la conexión por Cerdedo 25 años después ?
Pero, por desgracia, no es así y ahora estamos como estamos. Sin poder comprar un billete de Renfe a largo plazo, con precios dinámicos, con poquísimas frecuencias, sin plazas para poder realizar un viaje inmediato en el caso de necesitarlo… Un desastre ante el que no debemos callarnos. Yo ya alcé la voz hace 25 años y la vuelvo a alzar hoy. Basta ya de discriminación ( peajes sin alternativas por carretera / falta de conexiones y frecuencias ferroviarias / …) Los pontevedreses no queremos más de lo que tiene nadie, pero sí que es de justicia que tengamos lo mismo que los demás.