Pedro Sánchez es un auténtico filón para los periodistas, tertulianos y comentaristas aficionados, como es mi caso. Cada vez que habla, nos da, no para uno sino para varios artículos. El comentario que hoy me trae a estas líneas lo realizó nuestro presidente hace unos días, cuando dijo, literalmente, que la intención de su Gobierno es “acotar privilegios desproporcionados que benefician a ciertas élites".
Supongo que estaría hablando de él mismo, porque en este país nadie tiene más privilegios que los políticos que viven del erario público y, de entre ellos, el que más, el propio presidente del Gobierno.
Lo que sigo sin entender cuando Pedro Sánchez realiza estos alardes de supuesta dignidad, que no son sino brindis al aire, es porque si tan importante es esta medida, ha tardado seis años en activarla. O por qué no lo han hecho antes otros gobiernos del PSOE, que, no olvidemos, es el partido que más años ha gobernado en España desde la restauración de la democracia.
Es increíble que Pedro Sánchez hable de “acotar privilegios” cuando él es el mayor privilegiado de este país. Cuando él es la élite de las élites. Cuando recibe cada mes una ingente cantidad de dinero, no como consecuencia de las rentas de su actividad en el mercado libre sino a costa de los impuestos de los ciudadanos. Cuando tiene a sus disposición un Falcón, un palacio, coche blindado, chófer y sabe dios cuántas prebendas más. Solo por estar donde está, Pedro Sánchez consume más en recursos públicos que lo que muchas personas dispondrían en cien vidas.
¿Acotar los privilegios?, dice. Estupendo. Empiece por acortarse los suyos.
Publicaba hace unos días Alvise Pérez un post en el que revelaba que en el mes de agosto, un mes inhábil, el Parlamento Europeo le había ingresado más de 24.000 euros en concepto de salario y de dietas como eurodiputado. A lo que hay que sumar los gastos de sus viajes en avión, que van aparte, o privilegios como el contar con un coche de alta gama a su disposición para moverse por Bruselas o Estrasburgo. Y como él, el resto de los 750 europarlamentarios. Una auténtica barbaridad y un desproporcionado derroche.
Mire, señor Sánchez, aunque yo soy de la opinión de que comprarse un Lamborghini es una horterada, cuando uno ha ganado su dinero honestamente generando riqueza y empleo en el mercado libre, está en condiciones de permitirse el lujo que le apetezca o de darse el capricho que considere. De comprarse un equipo de sonido Bang & Olufsen si le gusta la música, una obra de Tàpies si le gusta el arte o un Lamborghini si le gustan los coches deportivos. Y nadie puede objetarle nada. Cuestión diferente es cuando uno recibe todos sus emolumentos del erario público. En ese caso, es de justicia ser ponderado y no hacer ostentación de los privilegios de lo que se goza, como tantas veces ha hecho nuestro presidente del Gobierno.
Así que si este sistema es “extraordinariamente injusto” y “limita nuestra libertad como individuos", como usted dice, empiece por predicar con el ejemplo y, en aras de esa justicia y de esa libertad, acótese usted mismo los muchos privilegios desproporcionados de los que goza. Solo así nos creeríamos algo de lo que dice.