La experiencia me ha demostrado que los planes estratégicos están siempre muy bien sobre el papel -así como para la empresa que los elabora-, pero que a la hora de ponerlos en práctica y convertirlos en realidad, cuatro de cada cinco, o bien fracasan o no se ajustan para nada a las expectativas.
Viene esto a cuento de que el próximo 27 de septiembre el presidente de la Xunta presentará la “Estrategia de Turismo de Galicia 2030”. No me cabe la menor duda que el documento o el proyecto en cuestión estará lleno de buenas intenciones, de sesudas reflexiones y de un buen puñado de ambiciosas iniciativas. Lo que ya no tengo tan claro es que baje al terreno de lo real y de lo cotidiano, de aquello que verdaderamente puede ayudar a los empresarios del sector de cara a convertir a Galicia en un destino turístico de calidad y excelencia.
En cualquier caso, dada mi condición de presidente de la comisión de Turismo y Comercio de la Cámara de Comercio de Pontevedra, Vigo y Vilagarcía, así como de la de propietario de un negocio turístico, estaré muy atento a lo que esa Estrategia pueda proponer, que ojalá sea mucho y, sobre todo, concreto.
Espero, por ejemplo, que aborde la cuestión de los desorbitados costes de los suministros que obligatoriamente este tipo de negocios requieren.
Hablaba hace unos días con un empresario del sector eléctrico acerca de las dificultades que tenemos para desestacionalizar el turismo y él me corroboraba que algunos hoteles o restaurantes para los que trabajaba decidían cerrar tras el fin de la temporada estival porque no eran capaces de afrontar el coste del consumo eléctrico que supone tener sus negocios abiertos y confortables durante el invierno. Así que solo abren cuando saben que van a tener un determinado porcentaje de ocupación que les permita compensar ese gasto.
Me parece inconcebible que algo así este ocurriendo justo en el momento en el que España ha batido su récord de producción de renovables. A día de hoy, según informa Red Eléctrica, el 65% de la producción eléctrica en España es renovable. Una circunstancia que debería llevar obligatoriamente implícito un descenso en el recibo de la luz de todos los españoles. Porque si el sol o el viento son de todos, todos deberíamos recibir de una manera directa la parte que nos corresponde por su explotación o aprovechamiento. Pero no, no es así como ocurre.
Y no porque no se pueda. Ejemplos hay de sobra. Este mismo fin de semana leía en la prensa que una empresa eléctrica española, Iberdrola, abonará durante 20 años un canon de 2,8 millones de euros anuales para cubrir las pérdidas de unos 60 barcos de pesca de la bahía de Saint Brieuc, en la Bretaña francesa, donde Iberdrola posee y explota un parque eólico marino.
Pues ahí tenemos una medida concreta y eficaz, en la que una parte de los beneficios de la explotación revierte, y esto es muy importante, de manera directa, en las personas. Y en Galicia, desde luego, se dan las condiciones para adoptar medidas similares. Estaría bien que se tuviesen en cuenta cuestiones como estas a la hora de diseñar estrategias.