Sigo consternado por lo vivido y por lo que aún se está viviendo en Valencia. Las imágenes siguen siendo aterradoras. Ya no hay el dolor de más muertos pero sí el del abatimiento y el desconsuelo de quien lo ha perdido todo (casa, coche, enseres, negocio, recuerdos, trabajo…) y no ve en el horizonte ningún atisbo de recuperar lo que podría ser recuperable.
Día tras día se suceden las muestras de solidaridad y apoyo. Y eso está muy bien. La sociedad y la ciudadanía española está demostrando una vez más que es infinitamente generosa. Pero en mi opinión, más que ayudar (que también) creo que la palabra clave es reponer.
Si una persona tenía un coche de 15 años que le prestaba su servicio y le posibilitaba sus desplazamientos cotidianos, de poco o de nada le va a servir que le den la cantidad que fija la tasación de ese vehículo. Porque con lo que le van a dar por la tasación, esa persona no va a poder conseguir un coche para ir al trabajo. Lo que esa persona necesita es que le repongan un vehículo para poder seguir funcionando. Y así con casi todo.
Para que los miles de afectados por la dana puedan rehacer sus vidas precisan reponer lo que el agua les llevo. Está muy bien, desde luego, que les ayuden con ropa, comida o incluso con aportaciones monetarias. Pero en la mayoría de los casos eso no va a hacer más que solventar o aliviar una situación temporal. Hasta que esas personas o esas familias no repongan sus casas, sus negocios o sus lugares de trabajo, no va a poder reactivar sus vidas.
Y, además del drama personal, España en su conjunto se va a resentir por eso. La zona donde ha ocurrido la tragedia es especialmente activa desde el punto de vista industrial y comercial. Solo el cinturón sur de Valencia aglutina unas 50 áreas empresariales con 6.000 empresas, que han sufrido daños importantes. El computo total de empresas y negocios afectados supera los 50.000.
No es por tanto de extrañar la advertencia que hace unos días hacía el comisario de Economía de la Unión Europea, Paolo Gentiloni, cuando indicó que el impacto de la dana tendría consecuencias sobre el PIB español. Es decir, que si no ponemos en marcha esas empresas de manera urgente, el conjunto de la economía de España se va a resentir. Y mucho.
Y era lo que nos faltaba, porque de un tiempo a esta parte estamos acumulando una serie de cuestiones y situaciones que están minando considerablemente la proyección de España en el resto del mundo. Empezando por Europa, donde ocupamos los últimos puestos en la mayoría de los indicadores asociados a la renta per cápita (que al final es lo que le importa al ciudadano de a pie) y terminando por Iberoamerica , donde España está perdiendo peso a pasos agigantados.
Así que repongamos Valencia, repongámonos nosotros también del dolor y repongamos a esta España que ya me empieza a doler.