Hacer por hacer no tiene sentido. Una actuación que en lugar determinado puede resultar un gran acierto y de enorme utilidad, en otro sitio –y no hace falta que se a muy lejano- puede ser una aberración carente de provecho alguno.
En Galicia, por desgracia, las instituciones son muy dadas a extrapolar determinados modelos de obras y actuaciones de un lugar a otro sin tener para nada en cuenta las circunstancias y características que se dan en cada caso. Ya saben, la ley del mínimo esfuerzo. Y si aquí funcionó o gustó, ¿por qué no va a funcionar o gustar allí? Ese es el argumento. Pero en demasiadas ocasiones, falla.
Muy cerca de donde vivo y tengo mi negocio de alojamiento, en Santo Tomé de Nogueira, en Meis, la Diputación de Pontevedra ha ejecutado unas obras de “mejora” en el enlace que conecta la salida de la autovía del Salnés con nuestro pequeño núcleo rural. No desconfío de la buena voluntad de los promotores de la iniciativa a la hora de plantearla. Pero sí que dudo que tuvieran mínimamente en cuenta la configuración del lugar en el que se iba a llevar a cabo.
El nuevo vial en cuestión está dotado de una anchísima acera a uno de los lados que ya le gustaría tener a la 5ª Avenida. Por el contrario, no se reserva ni un solo espacio para poder aparcar un vehículo. Pues bien, señores responsables de esta actuación, el rural gallego, poblado en su inmensa mayoría por personas de avanzada edad, lo que necesita es precisamente espacios donde poder aparcar un coche. Ya sea un coche particular que traslada a alguna de estas personas, una ambulancia o, sencillamente, por ejemplo, el vehículo de un familiar que llega de visita. Pero no, eso no se ha tenido en cuenta. Eso sí, se habilitan tremenda acera- con la mitad de ancho hubiera sobrado - en un lugar por el que no transita nadie a pie.
En muchas ocasiones he defendido la oportunidad e idoneidad de las peatonalizaciones, pero, claro, depende del lugar en el que se trate. No tiene sentido priorizar al peatón en un trayecto por el que casi nadie camina porque no conduce más que a una rotonda y a la autovía. Y, sin embargo, se imposibilita que alguien pueda estacionar el coche delante de la casa de una persona mayor, para desplazarla o simplemente para dejarle la compra. Ya digo, un despropósito carente de sensibilidad alguna.
La aberración se completan con una abrumadora y a todas luces innecesaria instalación de señales de tráfico. Solo en la rotonda de la que las hablo se pueden contar más de 20 señales, muchas de ellas sin ton ni son, con el consiguiente efecto negativo que generan sobre el paisaje. Por no hablar de la confusión que pueden llegar a crear en el conductor.
¿De verdad alguien cree que todas esas señales son imprescindibles? La correcta aplicación de la señalética es aún una asignatura pendiente para los responsables de obras de nuestras instituciones. Y en este caso, no hago diferencias entre unas y otras porque, lamentablemente, es un mal endémico en toda Galicia. Ojalá en un futuro no muy lejano impere el sentido común y la organización y se imponga el orden y el criterio en este desaguisado.