Rusia se ha acostumbrado a que sus órdagos de los últimos años no tengan respuesta, lo que explica sus recientes maniobras militares en el Mar del Norte o la masiva campaña de desinformación para propagar el alarmismo y la desconfianza en los sistemas políticos y sanitarios en las sociedades occidentales.
Rusia se ha acostumbrado a que sus órdagos de los últimos años no tengan respuesta, lo que explica sus recientes maniobras militares en el Mar del Norte o la masiva campaña de desinformación para propagar el alarmismo y la desconfianza en los sistemas políticos y sanitarios en las sociedades occidentales.
Esta utilización política de la pandemia solo puede calificarse de repugnante. La cuestión es cómo reaccionar. Para Europa, es prioritario tender puentes con Rusia, pero antes debe hacerse respetar, y las actuales sanciones económicas claramente no han dado el resultado esperado.