Buscando alguna cosa relacionada con el conflicto Hispano-Marroquí he encontrado una nota que tenía preparada de finales de abril para enviar a algunos medios. Las relaciones de España con Marruecos, era de hace tres semanas, han vuelto a tropezar en la piedra del conflicto del Sahara, al admitir en un hospital de Logroño al presidente de la llamada República Árabe Saharaui Democrática, Brahim Ghali, afectado por el Covid-19.
Para el Gobierno español se trata de un simple gesto humanitario; para Marruecos, que no ha tardado en convocar a nuestro embajador en Rabat, es un acto inamistoso, “contrario al espíritu de cooperación y de buena vecindad, en un asunto fundamental para el pueblo marroquí”.
El enfado se fundamenta, además, en el hecho de que el líder saharaui está buscado por la propia Justicia española por violación de los derechos humanos y crímenes de guerras. En el comunicado se pregunta al Gobierno español por qué ha acogido a Ghali con un pasaporte falso, con un nombre supuesto y nacionalidad argelina, sin que, por otra parte, la justicia española haya tomado ninguna medida. Como parece que no ha habido respuesta, Marruecos ha vuelto a preguntar pero de otra manera, no ha vuelto a los diplomáticos sino con otros medios. No nos extrañe que haya reaccionado mal.