Entiendo que haya muchas personas a quienes se les ha ocurrido poner un gimnasio. Debe ser un negoción, porque según se atiborra el personal a comer deberíamos tener gordos por todas partes, estoy pasando unos días cerca de Pamplona que están en san Fermín.
Entiendo que haya muchas personas a quienes se les ha ocurrido poner un gimnasio. Debe ser un negoción, porque según se atiborra el personal a comer deberíamos tener gordos por todas partes, estoy pasando unos días cerca de Pamplona que están en san Fermín.
Y los hay, pero los hombres de mediana edad tiran como locos al gimnasio o al deporte en general, entre otras cosas para bajar peso. Y de las mujeres ya no digamos. Pero ellas cuidan bastante más el no comer demasiado en el día a día. No tienen ningún reparo en tomar sacarina en lugar de azúcar. Por todo ello alucino con los master chef y todos esos espectáculos lamentables.
No me parece mal que haya un concurso de cocina o un experto que dé clases a potenciales cocineros, pero estos espectáculos televisivos, que nos meten por los ojos queramos o no –luego además dicen que la Uno no tiene publicidad…- me parecen un canto a la gula, vía exquisitez, y a fomentar una vez más todos los condimentos para una sociedad hedonista sin tapujo alguno. Me parece un insulto para tantas personas de todo el mundo que apenas tiene para comer.